"No es cómodo tener al aparato federal enfrente diciendo a los militantes que, o votan una cosa, o se habrán equivocado", reconoció hace 10 días el portavoz de la Plataforma de Apoyo a Tomás Gómez, Eusebio González. Siguiendo este argumento, lo que ayer hicieron los afiliados al Partido Socialista de Madrid (PSM), a ojos de la ejecutiva del PSOE, fue equivocarse: Gómez salió elegido, en unas primarias muy ajustadas y con una participación del 81%, como candidato a la Comunidad de Madrid, logrando 7.596 votos (el 51,71% del total) frente a los 7.051 (el 48%) de Trinidad Jiménez, ministra de Sanidad.

Si la militancia erró o no al optar por el exalcalde de Parla (Madrid) es algo que se verá en las autonómicas de mayo, pero por el momento estas primarias han mostrado que el aparato del PSOE puede decir una cosa y los afiliados a una agrupación regional otra y, lo más relevante a nivel estatal, que la figura de Zapatero ha quedado en parte tocada.

Fue Zapatero el que sostuvo, en base a las encuestas propias, que Jiménez tenía más posibilidades de acabar con un gobierno del PP en la Comunidad de Madrid que ya dura 15 años. Fue Zapatero el que se lo comunicó a Gómez. Y ahora el PSM le ha dicho a Zapatero que no está de acuerdo con su plan de cambiar el liderazgo en su agrupación.

EL MURO ¿Es este el comienzo del poszapaterismo? Es pronto para decirlo. Ahora mismo no lo parece. Gómez ha ido atemperando el tono crítico con el presidente del Gobierno con el que jugó al comienzo de su campaña y, tanto él como Jiménez, han tratado de levantar un muro alrededor del jefe del Ejecutivo para que su autoridad no resultara dañada en exceso.

Pero Zapatero se resentirá del resultado de ayer. Y con él, su guardia pretoriana, con el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el de Fomento, José Blanco, a la cabeza. Ambos dirigentes han puesto toda la carne en el asador para que fuera Jiménez quien se batiese el 22 de mayo con Aguirre. Las diferencias entre Blanco y Gómez son antiguas y de sobra conocidas, y Rubalcaba, a comienzos de septiembre, incluso advirtió al ahora ganador que su pulso a presidente tendría "consecuencias".

Todo esto le viene de perlas a un PP que navega con el viento a favor de las encuestas. Los populares tienen en los resultados de ayer una poderosa arma con la que minar al presidente del Gobierno, ahora que los militantes socialistas de Madrid se han movido en la dirección contraria a lo que él aconsejaba. Y el movimiento crítico con Zapatero dentro del PSOE, aún difuso pero creciente, puede comenzar a decir que la apuesta del jefe del Ejecutivo iba en contra de los deseos de los afiliados. Las primarias también pueden tener un más o menos inmediato efecto en toda España, porque ahora que Zapatero se ha visto tocado, quizá desvele antes su futuro.

VUELTA AL ACUERDO "Ahora los socialistas madrileños no somos de una u otra opinión: somos del mismo equipo", dijo anoche un Gómez de semblante serio. No citó a Zapatero, quien le llamó para felicitarle tras su victoria. "Gómez cuenta con mi apoyo. Ahora más que nunca me debo a ese proyecto", dijo Jiménez, que acabó emocionándose tras unas primarias en las que la discusión de propuestas entre él y Jiménez ha sido casi nula.

¿Para qué han servido entonces las elecciones internas? La dirección socialista sostiene que se ha movilizado a la militancia y que el PSOE ha demostrado esta vez que sí le importa Madrid. Pero, como atestiguan las frases de vuelta a la unidad de ambos contendientes, la fractura en el PSM ha sido considerable: acusaciones de contraprogramación de actos por parte de los equipos de Gómez y Jiménez, de pucherazo, de que uno era el candidato de la derecha --según llegó a decir del ahora vencedor el equipo de la ministra-- y de que la otra era la aspirante del aparato central.

ENFRENTAMIENTO CON AGUIRRE El PSM tendrá ahora que sanar sus heridas, tanto más si se atiende a lo ajustado de la votación de ayer. Además, claro, de intentar ganar a Aguirre. Aunque la doctrina oficial insiste en que es posible, resultará muy complicado. La pérdida de la mayoría absoluta de la actual presidenta de Madrid, UPD mediante, ya se vería de hecho como un triunfo en la plaza de Callao, sede de ese PSM que ha decidido en contra de Jiménez y también de Zapatero.