Tres años después, la Generalitat cuenta con unos nuevos presupuestos. Unas partidas que esta vez no están sujetas a contrapartidas propias del procés pero que resultan insuficientes para hacer frente al impacto de la pandemia del coronavirus. Un reset al que el Govern y los comuns pretenden sumar a las fuerzas de la oposición, que tienden su mano para conjurarse en un foro de reconstrucción a la catalana que pueda aunar también a agentes económicos y de la sociedad civil. Cs y PSC lanzaron la propuesta con distintos acentos y al presidente Quim Torra le sonó bien. Tan bien, que se la hizo suya. «Estos presupuestos son la primera piedra de la reconstrucción», animó el vicepresidente Pere Aragonès durante el debate de los presupuestos en el Parlament, en un hemiciclo que quedó reducido a la presencia de 21 diputados y que puso en práctica por primera vez el voto telemático, al que solo se acogió el grupo de JxCat. Pero nadie se movió de sus casillas. Los presupuestos tirarán adelante con el apoyo de JxCat y ERC, y la abstención de los comuns, que elevaron el tono contra el Ejecutivo por hurgar en la confrontación con el Gobierno a cuenta de la gestión de la emergencia.

La oposición criticó que no es cierto que haya 3.000 millones nuevos porque en el 2019 se gastaron 3.600 más que en el 2017, y que los presupuestos aprobados son «papel mojado» porque nacen «desfasados» debido a la crisis del covid-19.