El caso sigue abierto. La operación que permitió desarticular la célula de presuntos terroristas islámicos que pretendían atentar en Barcelona no ha terminado. La investigación ha conseguido establecer que la célula contaba con seis aspirantes a suicidas. De ellos, tres han sido detenidos y un cuarto era el testigo protegido. Por tanto, hay otros dos kamikazes que siguen en libertad y que están siendo buscados activamente por la Guardia Civil, que sospecha que permanecen escondidos en Barcelona.

"Creemos que ambos habían sido designados como suicidas", señalan fuentes del Interior que, en base a las declaraciones del testigo, detallan la estrategia de los terroristas: "Pretendían llevar a cabo tres atentados en Barcelona. Pero no el mismo día. Su intención era cometer un primer atentado tras el cual el líder de los talibanes paquistanís, el emir Baitulá Meshud, emitiría un comunicado exigiendo la retirada de las tropas de Afganistán. Después, cometerían un segundo atentado y volverían a emitir un comunicado. Y lo mismo querían hacer una tercera vez".

Además, según el testimonio del testigo, a esos atentados en Barcelona les iba a seguir una serie de atentados en Europa, para los que ya disponían de al menos otros seis suicidas. Según los datos disponibles hasta ahora, los países objetivo de esos ataques eran Francia, Alemania, Gran Bretaña y Portugal.

OPERACION ABIERTA Ayer, el propio director de la Guardia Civil y de la Policía, Joan Mesquida, reconoció que la operación "continúa abierta" y que se investiga si los detenidos "tenían contactos con otras células de Barcelona o de otro país".

En relación al material explosivo, tras 10 días de búsqueda en Barcelona y Valencia, los investigadores empiezan a creer que el material, que debía venir del Magreb, probablemente de Argelia, aún no había llegado a España.

El intento frustrado de atentar en Barcelona ha confirmado los temores avanzados por expertos en terrorismo islamista de que Al Qaeda podía estar planeando una acción terrorista en España antes de las elecciones del 9 de marzo. Eso ha llevado al Gobierno a tomarse muy en serio la amenaza y a poner en alerta a todas las fuerzas de seguridad.

En este contexto, la Guardia Civil decidió desarticular la supuesta célula terrorista del Raval, ante el aviso de un atentado inminente. Ahora, las fuerzas de seguridad han constatado que actuaron cuando el comando estaba planificando los ataques, que no eran tan inminentes.

"Entonces, se hizo lo que había que hacer, salvar vidas. Pero con lo que sabemos ahora, quizás hubiéramos esperado un poco más antes de actuar", admiten los investigadores, que reconocen que lo que les llevó a actuar fue el aviso del testigo de que el atentado era inminente.

Una precipitación que esas fuentes atribuyen a que el infiltrado, que había sido designado como suicida, se puso nervioso. Los indicios que llevaron a F-1, que es como se le identifica, a pensar que el ataque iba a ser inmediato fueron muchos. El primero llegó el día 18, cuando, tras telefonear a su mujer, un yihadista le dijo: "Esta ha sido la última llamada a tu esposa".

TRASIEGO DE MOCHILAS Después, el infiltrado observó un trasiego de bolsas y mochilas, participó en un rezo de despedida de los suicidas y fue convocado a una cumbre terrorista para ultimar los detalles. "Los acontecimientos tomaban un ritmo vertiginoso y F-1 temió que le pusieran una mochila y lo hicieran estallar en el metro", señaló una fuente de la investigación.

Ayer, F-1 estaba en Madrid bajo custodia policial. El infiltrado ha solicitado que le sea concedido a él y a su mujer permiso de residencia y de trabajo en Francia con una nueva identidad.