De la política a Salsa rosa y de Salsa rosa a la Audiencia de Málaga. Con un centenar de periodistas --la mayoría del corazón-- siguiendo a Muñoz y Gil, el espectáculo estaba servido. Muñoz llegó a las 10 de la mañana y a las 11 salía sonriente a tomarse un cafelito. Por las ventanas, algunos espontáneos le gritaron cosas como: "¡Julián, se te va atragantar el pollo a la Pantoja!". O: "¿Qué tal tu familia?", la misma pregunta que lanzaba él hace muy poco a los cámaras que ahora adora.

Gil llegó y se puso a contar, uno a uno, cuántos periodistas había. Al contrario que Muñoz, nervioso y pegado al móvil, él se asomaba por los ventanales con la guayabera abierta y un abanico en mano.