Pedro Sánchez lleva suspirando por la ruptura de ERC con JxCat desde que llegó a la Moncloa, en junio del 2018, pero ahora que se ha producido, el cisma le ha estallado de lleno. El anuncio de Quim Torra de que tras la aprobación de las cuentas públicas catalanas convocará elecciones, en una fecha de momento indeterminada, ha cogido a contrapié al Ejecutivo, que necesita a los republicanos para casi todo y ahora ve cómo la batalla por la hegemonía del independentismo complica el escenario previsto. Tanto para rebajar la crisis territorial como, sobre todo, para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado, un paso que permitiría a la coalición del PSOE y Unidas Podemos aguantar entre dos y tres años. El entorno del líder socialista siente que camina por un campo minado.

"ERC y JxCat están teniendo fricciones y quieren trasladar el foco de tensión a la Moncloa", explican en el Ejecutivo. "Vemos una competición cada vez más dura entre los espacios de ERC y JxCat. La CUP les presiona desde fuera como guardián de las esencias independentistas, defendiendo la pureza de la causa, ahora con mayor visibilidad por los escaños en el Congreso. Y nosotros estamos en medio de la batalla", señalan otras fuentes del Gobierno.

La semana que acaba ha sido especialmente complicada. El lunes, Torra perdió su escaño en el Parlament por haberse negado a retirar del Palau de la Generalitat pancartas a favor de los presos independentistas durante la campaña del pasado abril, una sanción que venía de la Junta Electoral Central y que fue asumida por ERC con el rechazo de JxCat. El martes, el Gobierno anunció que Sánchez mantenía la reunión prevista con el 'president', que tendrá lugar el próximo jueves en Barcelona. El miércoles, Torra anunció que convocaría comicios una vez hayan sido aprobados los Presupuestos catalanes, cuyo trámite legislativo se espera que concluya en abril.

La rectificación

La decisión sentó muy mal en la Moncloa, que vio cómo el 'president', partidario de una mayor beligerancia con el Estado que ERC, se guardaba la carta electoral, una maniobra que le permite condicionar la legislatura española. Porque, en el fondo, se celebren los comicios autonómicos cuando se celebren, los partidos catalanes ya están en campaña. Y en campaña será "mucho más difícil" llegar a pactos con los republicanos, reconoce el Ejecutivo.

Así que el jueves, la Moncloa anunció que el encuentro con Torra se mantenía, pero que la mesa de diálogo entre gobiernos, pactada por el PSOE con ERC a cambio de su abstención en la investidura, quedaba congelada hasta que hubiera un nuevo Govern. El enfado de los republicanos fue monumental. Acusaron al Ejecutivo de "incumplimiento flagrante" del acuerdo, hubo una conversación telefónica entre Sánchez y el 'vicepresident', Pere Aragonès, y una reunión en la Moncloa del jefe del Ejecutivo con el portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián. "Sin mesa de diálogo, no habrá Presupuestos", le dijo el dirigente republicano al líder socialista, según fuentes conocedoras del encuentro. Y entonces Sánchez batió su propio récord de velocidad a la hora de rectificar. Menos de siete horas después de anunciar que la mesa no se reuniría antes de las elecciones catalanas, su equipo anunció que la mesa se reuniría antes de las elecciones catalanas.

La idea, ahora, es abordar los contenidos y la fecha del primer encuentro del nuevo organismo en los próximos días. También en la cita entre Sánchez y Torra. "Seguramente hablaremos antes. Y en la reunión entre los presidentes, o bien se establece el calendario y el formato o la propia parte catalana, que tiene que ver cómo lo organiza, nos dice con sus plazos de legislatura cómo lo ven explica un miembro del Consejo de Ministros-. Nosotros no tenemos problema, somos ya Gobierno y estamos iniciando andadura. Son ellos los que deben organizarse. Por nuestro lado, ya podemos cumplir el acuerdo".

El cara a cara

La sensación en la Moncloa es que Torra acudirá "con voluntad de tensionar" a una reunión que llega porque ERC la pidió al PSOE en la negociación de la investidura. Fuentes gubernamentales entienden que el 'president' intentará demostrar que el diálogo con el Gobierno es imposible y arruinar la vía política que sus adversarios enarbolan como conquista. Sánchez, indican, está preparado para una conversación tensa y asume que el posconvergente buscará algún tipo de desplante verbal o gestual. Por el momento, Torra ya ha apuntado que reclamará el derecho de autodeterminación, el fin de la "represión" y la amnistía para los presos independentistas.

"Va a ir con demandas que sabe que no van a ser atendidas, porque nosotros vamos a estar dentro de la Constitución y el Estatut, así que solo podemos esperar que vaya a hacer ruido y a gesticular. Estamos en campaña. La voluntad de diálogo de Torra es falaz", sostienen fuentes del Ejecutivo. En el Gobierno ha arraigado la impresión de que los dos grandes partidos independentistas, JxCat y ERC, han decidido usar la Moncloa como campo de batalla. Quedan largos meses de pugna, asumen, y se preparan para que esa guerra abierta no dinamite la legislatura.