Ha nacido una estrella mediática. Clásico, impecable, pulido, perfeccionista, culto, firme, ambicioso e informado. Estos calificativos definen la personalidad del magistrado Javier Gómez Bermúdez, el presidente del tribunal del 11-M.

Aunque, quizá el adjetivo que mejor describa la manera con la que el magistrado ha decidido afrontar la vista oral de este juicio histórico es el de tajante. A pesar de ello, no le importa pedir perdón a los letrados si considera que se ha excedido en su tono o sus palabras. El magistrado, nacido en Málaga hace 44 años, está decidido a que el juicio no se enrede en espinos innecesarios ni maniobras dilatorias. Tiene muy claro que la máquina de la justicia ha de avanzar.

"Tendremos picos y valles. Ahora, aunque estemos al principio, atravesamos el valle. Los picos quizá lleguen con las pruebas periciales", dijo ayer Gómez Bermúdez. Cada día, en los recesos, baja a la sala de prensa para intercambiar impresiones con los periodistas que cubren el proceso. De hecho, está casado en segundas nupcias con Elisa Beni, jefa de prensa del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM), a quien conoció cuando era juez en Almería, ciudad de la que fue decano entre marzo de 1994 y diciembre de 1996, y ella ejercía en un medio de comunicación local.

Merengue y viajero

A Gómez Bermúdez le gusta viajar, pasear en moto de gran cilindrada, es seguidor del Real Madrid y colecciona plumas estilográficas. Adora a sus hijas --nacidas de su anterior matrimonio-- a las que visita cada quince días y se preocupa por sus amigos cuando tienen problemas.

Como juez le gusta ser creativo. Lo demuestra siempre que puede. Por ello, no le tiembla la mano si busca nuevos interpretaciones del Derecho para salirse con la suya como la acumulación de penas en el caso Parot . El Supremo rechazó su interpretación, pero estableció que los etarras condenados a penas centenarias no puedan salir de la cárcel hasta que hayan pasado tres décadas en prisión.

Durante este juicio, --como se ve en las películas-- informa a los acusados de los cargos que pesan contra ellos y luego, fórmula poco usual en la justicia española, les pregunta si se declaran inocentes o culpables.

Además, controla cada detalle de este proceso histórico. Así, se ha encargado de rehabilitar el pabellón de la Casa de Campo donde se celebra la vista para dar cabida a los más de 300 periodistas acreditados y a las víctimas de esta masacre. Todo ha pasado por sus manos y, de momento, ese control va bien.

Gómez Bermúdez llegó a la Audiencia Nacional en 1996 y desde septiembre del 2004 ejerce como presidente de la sala de lo penal. El Supremo ha anulado en dos ocasiones su nombramiento por defecto de forma y el próximo martes, volverá a revisar su designación, con la incógnita de si eso afectará a su presidencia del tribunal.