No habían transcurrido más de dos horas desde el fin de la operación antiterrorista desarrollada ayer en la barriada del Príncipe Alfonso de Ceuta cuando decenas de familiares de los 11 detenidos se trasladaron hasta la Jefatura Superior de Policía, donde estos permanecían incomunicados. Los familiares iban de un lado a otro en búsqueda de información y calificaban de "brutal" la forma en que los agentes de los Grupos Especiales de Operaciones entraron en el interior de sus viviendas.

Padres, madres, esposas y hermanas de los detenidos daban el mismo relato de lo acaecido: confusión durante los primeros minutos de la operación, llantos de los niños pequeños asustados por el ruido y personas mayores postradas en las camas con quienes, aseguran, los agentes no tuvieron la menor consideración. Además, todos ellos calificaban a sus familiares detenidos como personas honradas, muchos de ellos con trabajo y una vida organizada en Ceuta.

Así, uno de los detenidos trabajaba como auxiliar de la policía local, contratado por la ciudad autónoma para labores de apoyo sin portar armas.

Otros arrestados figuraban en los planes de empleo que controla la Delegación del Gobierno para ayudar a parados y que, además del dinero procedente del Inem, perciben otra suma de los presupuestos generales del Estado por la realización de trabajos comunitarios. Pero quizá el caso más llamativo de entre todos los detenidos, desde el punto de vista humano, es el de Abdelkrim Chaib Abdelaziz, quien vivía, según explicó una de sus hermanas, entregado al cuidado de su padre, que se encuentra en coma desde hace ya bastantes meses.

Durante las primeras horas de la operación policial reinó la confusión sobre el paradero de los detenidos, puesto que algunas informaciones señalaron que habían sido sacados de Ceuta en helicópteros del Cuerpo Nacional de Policía, mientras que otras apuntaban a que habían sido trasladados a instalaciones portuarias ante la más que previsible llegada de los familiares a la Jefatura de Policía.

En la barriada del Príncipe Alfonso --creada en el año 1903 e inundada de barracas en los años 60, lo que todavía es motivo de denuncia-- viven más de 18.000 personas, en su mayoría musulmanes, que mantienen una constante vida social en la calle y en sus cafetines.

Encerrados a cal y canto

Pero ayer, durante la operación antiterrorista iniciada de madrugada, el barrio fue un auténtico desierto. Vecinos que suelen salir de sus casas en cuanto se produce un altercado, incluso cuando se trata de tiroteos entre narcotraficantes, se encerraron a cal y canto. Solo observaban el despliegue policial por las ventanas.

A lo largo de la mañana la normalidad se restableció, pero se hizo el silencio sobre lo ocurrido. Hasta los miembros de la la asociación de vecinos, una de las más luchadoras de Ceuta, rehuían a los medios de comunicación. El dirigente vecinal Laarbi Mohamed se limitó a decir a la agencia Efe que el dispositivo policial levantó "gran expectación" y que el barrio era "un hervidero de rumores".