"Habrá que currar muy duro/ por el futuro de los españoles/ avanzaremos en todas direcciones". Desde ayer, los fanáticos del Partido Popular (PP) tienen un nuevo himno para jalear a sus líderes. El canto épico llama a la "revuelta popular", pero no precisa de qué naturaleza pudiera ser esa agitación. No será tan grave.

Al mismo tiempo, los seguidores de ZP o de Z o el de las cejas circunflejas han activado un robot en un servidor informático para que los cibernautas puedan consultar el programa electoral de los socialistas con la máquina. Todo muy virtual, como la campaña misma.

Llegados al extremo de que los populares llaman a la revuelta y el PSOE nos pide que dialoguemos con un ordenador, solo nos queda buscar entretenimiento hasta el próximo lunes, día del segundo cara a cara, para comprobar si el estrabismo de Mariano Rajoy en busca de apoyo emocional fuera del plató y los aspavientos redimensionados de José Luis Rodríguez Zapatero terminan de movilizar a los electores indecisos.

Poco más. Los estrategas de campaña han agotado los cartuchazos a cuenta del presupuesto general del Estado, porque hasta los más tontos se han dado cuenta de que ya no hay de dónde sacar un euro. Los grandes temas de Estado quedan pendientes para otra ocasión y otros liderazgos. Tan solo queda la esperanza de que algo que no esté previsto pueda sacar del tedio una campaña electoral agotadora y agotada. No me parece mala la idea de un nuevo himno para el Partido Popular, ahora que la izquierda, hace ya mucho tiempo, ha renunciado a La Internacional y no sabe qué cantar en el final de sus mítines.

Los candidatos reducen agenda, pero no solo para preparar las descalificaciones del próximo encontronazo en televisión, sino porque los guionistas ya no tienen mensajes en la nevera.

Es posible que el robot del PSOE termine por hablar del proyecto español en la Unión Europea, de la posición socialista en la transición de Cuba o de la forma en que la economía se va a reconducir desde el ladrillo a la investigación y desarrollo.

Pero suena esperanzador que la derecha ya tenga un himno, porque cantando se tranquilizan mucho los más exaltados.