En la historia aún sin final del Estatuto catalán, tan crucial puede resultar algún día la cardiaca aprobación del proyecto el 30 de septiembre en el Parlamento autonómico como una menos publicitada discusión que el pasado 16 de octubre, en la Embajada de Portugal en Madrid, mantuvieron en tándem Pasqual Maragall y Jordi Pujol con José Bono, Juan Carlos Rodríguez Ibarra y Alberto Ruiz-Gallardón, en presencia del rey Juan Carlos I. "Muy violenta y desagradable". Así define la disputa verbal uno de los participantes en esa cumbre sobre el Estatuto catalán.

Conviene recordar el calendario. Viernes, 14 de octubre: Maragall, aprobado el Estatuto, propone a ERC reestructurar a fondo el Consejo Ejecutivo. Sábado, 15 de octubre: estalla una crisis mayúscula en el seno del tripartito, pero sobre todo, entre el propio Maragall y la dirección del PSC. Domingo, 16 de octubre: Maragall desoye las órdenes de su propio partido. Mantiene intactas sus intenciones. Dos días después está previsto en el Parlamento el debate de política general y el president parece una presa fácil para la oposición.

La chispa inicial de Bono

Es en esas condiciones en las que viaja a Madrid la noche del domingo para asistir a una cena de homenaje a su amigo Jorge Sampaio, presidente de Portugal.

La acalorada discusión tiene lugar una vez terminada la cena. En un salón anexo se forma un corro. En un primer momento, Ruiz-Gallardón no está presente. Se pierde, pues, la chispa inicial: Bono pregunta a Maragall si en verdad pretende que el Estatuto defina Cataluña como nación. No fue una charla. Son varias las fuentes que la califican como una áspera discusión. El alcalde de Madrid, de hecho, se aproxima por el elevado tono.

¿Tan alto hablaban? Fuentes de la lista de invitados portugueses dan una amable versión. "Bueno, lo atribuimos a la pasional forma de hablar de los españoles". Allí estaban, con el Rey presente, Bono e Ibarra, por un lado, y Maragall y Pujol, por otro. La presencia de este último es fundamental para comprender el posible alcance histórico de la discusión.

Fuentes del PSC explican que Maragall regresó a Barcelona satisfecho. Entendió que el Rey exigía moderación no sólo al frente catalán, sino también a Bono e Ibarra. Los acontecimientos de los días posteriores --añaden esas fuentes-- cerraron el círculo desde la peculiar manera de entender la política que tiene el presidente de la Generalitat. Lunes, 17 de octubre: Maragall participa en la cumbre hispano-francesa en Barcelona. Al menos en público, no se dirige la palabra con el primer secretario del PSC, José Montilla.

Aquel día, Maragall mantiene el pulso al PSC e insiste en cambiar su Gobierno. Pierde, pero acude al debate de política general como si no le afectara. Tiene --añaden fuentes socialistas-- el zurrón lleno. CiU trata de sacar provecho de la crisis abierta entre Maragall y el PSC con una carga sin cuartel en el pleno. Lo contrario sería ilógico, pero fuentes de CiU admiten que en la retaguardia Maragall ya no es aquel inaceptable adversario del pasado. El tándem que en la embajada formó con Pujol tiene eco en CiU.

Elogios a Pujol

"En los últimos días he tenido ocasión de comprobar el alcance del impacto del Estatut", afirma Maragall en el pleno. A continuación se deshace en elogios a Pujol por un antiguo discurso en el que éste analizaba la involución autonómica. Al día siguiente, insiste. Concreta que la discusión fue de "una virulencia muy considerable", pero la da por buena.

Jueves, 20 de octubre. Maragall no tiene nuevo Gabinete y la disputa parlamentaria rompe el cuatripartito del Estatuto. ¿Mala noticia para Maragall? Según cómo. Que CiU haya roto la alianza estratégica con el PSC no implica que no mantenga la que quizá selló implícitamente con Maragall en la embajada.