Los dos necesitarían varias vidas para cumplir los cientos de años de condena que arrastran por matar en nombre de ETA. Joseba Urrusolo Sistiaga y Carmen Gisasola, emblemáticos entre los suyos en los años 80, pero expulsados de la banda a finales de los 90 por sus discrepancias con la cúpula etarra, publicaron el jueves una carta en varios diarios vascos en la que, dirigiéndose claramente a Arnaldo Otegi, pero sin citarlo, recriminan a Batasuna su falta de claridad por no haber acompañado su oferta de negociación de la semana pasada en los actos de Venecia y Alsasua de una apuesta exclusiva de la vía política renunciando definitivamente a la lucha armada.

No es la primera vez que Urrusolo y Gisasola exigen a ETA el fin de la lucha armada y que se integre en un frente político. Pero sí es la primera vez que se dirigen a la izquierda aberzale para advertirles, desde la cárcel zaragozana de Zuera, de que ninguna estrategia política tiene ya sentido sin rechazar la violencia. En otras palabras, que, como sostienen el Ministerio del Interior y el Gobierno vasco, hoy es incompatible querer hacer política mirando hacia otro lado cuando unos cuantos mantienen su apuesta por las armas. O una cosa o la otra.

La respuesta de la izquierda aberzale costó, pero llegó. En rueda de prensa y al ser preguntado por la carta, Aitor Bezares explicó que la reflexión de Urrusolo y Gisasola es "una opinión más" de un colectivo de 700 presos. "Ya nos gustaría que las reflexiones de otros presos tuvieran la misma resonancia".

La misiva se publicó dos días después del nuevo zarpazo policial a ETA. Y esta vez el golpe fue doloroso porque dos operaciones conjuntas de la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de la Policía descabezaron a Segi, considerada la cantera de ETA. El juez Fernando Grande-Marlaska tomó ayer declaración a los primeros de los 34 detenidos en la investigación. Los interrogatorios continuarán hoy.

En medio de este clima de agitación no faltaron las bombas. En esta ocasión, la víctima fue la redacción del Diario de Navarra , en Pamplona, en cuya puerta estalló de madrugada un artefacto de escasa potencia que provocó daños materiales cuando ya no había nadie en la redacción.