No era el Mohamed Belhadj buscado por la policía. Tampoco se trataba de alguno de los cinco restantes implicados en la matanza del 11-M, contra los que pesa orden de busca y captura internacional. La fiscalía holandesa notificó ayer que entre los nueve marroquís detenidos el jueves en dos casas de la localidad de Roosendaal había un sospechoso de pertenecer a la célula del 11-M, pero que finalmente sus huellas no coincidieron con las que les proporcionaron los agentes españoles de la Comisaría General de Información.

De ese modo, la fiscalía holandesa rebajó la importancia de las detenciones. Inicialmente, las autoridades holandesas comunicaron a las españolas que entre los detenidos figuraba un sospechoso de pertenecer al "núcleo duro" de la célula que perpetró los atentados que costaron la vida a 192 personas. La información de que respondía al nombre de Belhadj movilizó de inmediato a un equipo de agentes españoles, que se desplazaron a La Haya para verificar si se trataba del sospechoso que está siendo buscado como miembro de la célula del 11-M.

NOMBRES COINCIDENTES Las indagaciones apuntan a que dos de los detenidos en Holanda pueden ser familiares de implicados en la masacre de Madrid, pero que no participaron directamente en los atentados. Se trataría de dos hermanos marroquís llamados Mohamed e Ibrahim Belhadj, de 22 y 23 años. La coincidencia de nombres desató las expectativas.

La conexión holandesa se investiga después de que la policía descubriera que Mohamed Belhadj, el individuo que el 8 de marzo alquiló el piso de Leganés en el que se suicidaron siete terroristas, huyó a Barcelona en compañía de Ibrahim Afalah, hermano de Mohamed, otro activista buscado por su participación en los atentados.

La policía cree que ambos viajaron a la capital catalana el 3 de abril y que, por su parte, Mohamed también llegó a Barcelona. El rastreo de las llamadas realizadas con cargo a las tarjetas de teléfonos móviles controlados por los investigadores habría permitido descubrir las comunicaciones entre ambos hermanos con el prefijo 93, de Barcelona.

También se registraron llamadas con el prefijo 31, correspondiente a Holanda, donde alguno de los activistas contaba con familiares o miembros de la red terrorista de Al Qaeda a los que recurrir. Los investigadores consideran que Mohamed Afalah y Mohamed Belhadj habrían logrado contactar con esas personas y viajar a Holanda.