El exalcalde José María Saponi escogió a Rumbo y lo convenció en 1995 para que se sumara a las filas del Partido Popular después de que durante más de 10 años fuera uno de los líderes indiscutibles del movimiento vecinal cacereño y presidiera la asociación Zona Centro. Ya desde entonces Joaquín Rumbo (Cáceres, 28-6-1951) demostró ser una persona contestataria, con carácter y algo terca. Con ahínco defendió los intereses de su barrio, castigado en aquellos años por la suciedad, la droga y el botellón .

Casado y padre de tres hijos, José Joaquín Rumbo de la Montaña (que se dejó bigote cuando estaba en la mili) nació en la calle Nidos, a un paso de la plaza Mayor. Maestro y funcionario de la Junta de Extremadura desde 1976 (llevaba la administración del Laboratorio Agrario), Joaquín Rumbo inició su andadura política en la extinta Acción Ciudadana Liberal, en plena transición democrática, pero pasó también por Alianza Popular y trabajó con Juan Bazaga como Independiente, aunque lo cierto es que el PP ha sido su casa durante años.

Ayer dejó de serlo cuando, sorpresivamente --o no-- votó en contra del partido que no lo incluyó en las listas municipales, como él deseaba. En abril, el PP anunciaba su candidatura y en ella no aparecía Rumbo, frente a otros concejales de sus filas como Valentín Pacheco o Candi Bello, que repetían. A él lo dejaron fuera.

En círculos privados Rumbo dió por hecho que seguía, incluso aseguró que se lo habían prometido. Pero de nada sirvió que en agosto pasado, en una entrevista para este diario, se posicionara abiertamente y pidiera a los órganos de dirección del PP su continuidad.

Rumbo, que fue mano derecha de Saponi, quien se convirtió en su valedor, era no en vano, uno de los concejales más veteranos del ayuntamiento, (al acabar esta legislatura serán 16 los años que lleve como concejal) y él tenía la ilusión de recuperar nuevamente la alcaldía acompañando a Elena Nevado. En agosto Rumbo apeló a su experiencia como argumento para seguir, y pidió que se le respetara dada su condición de barón del partido.

Quería ir en la lista

Hasta entonces Rumbo nunca había pedido públicamente ir en una lista, pero esta vez sí lo hizo. Y lo hizo seguramente atosigado por la corriente de regeneración que se respiraba en las filas populares y que amenazaban con dejarlo en la estacada desde que en marzo el vicesecretario regional del partido, José Antonio Villa, fuera designado presidente del comité local, cargo en el que sustituía a José Diego.

El nombramiento de Villa era la inequívoca alternativa de cambio. Rumbo, cuyo nombre sonó incluso para este puesto, había estado demasiado cerca de exconcejales como Javier Castellano, que ya no estaban bien vistos en un partido que buscaba nuevos perfiles para ganar Cáceres. Sin embargo el obstinado Rumbo era imbatible al desaliento: apostó por Nevado, la acompañó a sus actos públicos y hasta hacía por sentarse a su lado para que las cámaras captaran lo que no era más que un falso idilio político. Ya era demasiado tarde, el PP había tomado una decisión.

El concejal aseguró que si el partido no contaba con él, trabajaría por sacar adelante la campaña. Nada más lejos de la realidad. Rumbo había superado tragos duros en política, especialmente cuando pasó por los tribunales acusado de un delito de prevaricación por el desalojo del bar de la sede vecinal de Santa Bárbara, delito del que fue absuelto, no fue inhabilitado y solo se le condenó a una multa de 3.652 euros.

Pero el sapo de no ir en la lista no estaba dispuesto a tragárselo. El PP insinúa ahora otras razones oscuras más allá de la vendetta por no formar parte de la candidatura para justificar el proceder de su más veterano concejal. Cuando otros ediles del PP no estuvieron de acuerdo con su partido, Manolo Cancho, por ejemplo, presentaron su renuncia. Pero Rumbo tiró por la calle de en medio. Ayer no contestaba al teléfono y, de momento, huía de la prensa. Aún le quedan por explicar los motivos reales que lo han llevado a sacar de esta forma el as que tan bien escondido llevaba en la manga.