Pedro Fernando García asiste con tristeza a los enfrentamientos a cuenta de la financiación autonómica. El alcalde de Polopos-La Mamola, un pequeño pueblo de Granada de apenas 2.000 habitantes, lamenta que, entre tantos dimes y diretes, nadie se acuerde del "gran convidado de piedra" en el sistema de financiación: los ayuntamientos. Inició, pues, una huelga de hambre el pasado día 18 para llamar la atención sobre la asfixia de las arcas municipales y pedir que esta salga también a escena.

"Los ayuntamientos son el primer eslabón de la democracia, pero los últimos en recibir dinero", lamenta. Aumentan sus competencias y tienen que ofrecer más servicios con menos financiación. En su caso, el consultorio médico atiende a otros dos pueblos anexos, sin que eso se refleje en sus ingresos. Una situación habitual en muchos puntos "que se vive con especial dureza en los pequeños ayuntamientos".

La asfixia se empieza a notar en la gestión diaria: "Si fuéramos una empresa nos podríamos declarar en suspensión de pagos". Por este motivo, García reivindica la reforma de la financiación local y que los municipios reciban el 30% de los presupuestos generales, valorándose la dispersión y los pequeños núcleos de población.

Con una dieta de agua, tabaco y azucarillos, "porque ya empiezo a notar la tensión y la glucosa bajas"; durmiendo en el suelo y sin apenas asearse, García pretende mantener su encierro en el despacho hasta el día 31. No ha abandonado la protesta ni para celebrar su 42 cumpleaños o visitar a su hijo tras una caída de moto, sigue con su tarea diaria y recibiendo a vecinos.

"Lo hago porque tengo pasión por la política y las cosas justas", dice, para defenderse de quienes le acusan de populista y de autopublicidad para enmascarar una mala gestión, entre ellos sus antiguos compañeros de partido --abandonó el PSOE antes de las elecciones para presentarse como independiente--. Hace un llamamiento para que el día 26 todas las corporaciones le secunden y se concentren cinco minutos al mediodía.