Lo tenemos", gritó. A las dos de la tarde de ayer, el agente de la policía científica de Madrid que cotejaba las huellas halladas en la casa de Chinchón donde presuntamente se fabricaron las bombas confirmó que el rastro dactilar que había introducido en su ordenador correspondía a Jamal Zugam, el propietario del locutorio de Lavapiés y uno de los que colocaron los explosivos en los trenes de la muerte. Lo que eran simples indicios se confirmaron al mediodía de ayer, según responsables de la lucha antiterrorista que adelantaron, además, que varios de los testigos supervivientes de la masacre identificaron a Zugam durante las ruedas de reconocimiento que el viernes se realizaron en la prisión de Soto del Real en presencia del juez de la Audiencia Nacional, Juan del Olmo.

En las dependencias de la policía científica la actividad es frenética. Los agentes trabajan con cerca de un centenar de huellas dactilares halladas en la finca de Chinchón en la que el viernes por la noche, agentes de la Comisaría Central de Información encontraron restos de goma-2 eco, detonadores quemados, metralla y documentación relacionada con la masacre.

ORDEN INTERNACIONAL "El trabajo no es sencillo", dijeron fuentes de Interior. No todas las huellas están enteras ni son claras ni es tan sencillo identificarlas, a pesar de que los investigadores disponen de 20 identidades --las que corresponden a los hasta ahora detenidos-- para cotejarlas. Pero no sólo las están cruzado con las huellas de los hasta ahora detenidos. Las mismas fuentes aseguraron ayer que prácticamente disponen de la identidad de las entre 10 y 12 personas que la madrugada del día 11 partieron de la finca de Chinchón en dirección a la estación de trenes de Alcalá de Henares para colocar las 14 mochilas bombas. La policía cursará hoy órdenes internacionales de búsqueda y captura para aquellos terroristas que faltan por detener y de los que se cree que ya han podido abandonar España.

Las mismas fuentes detallaron ayer que la localización de la casa de Chinchón se hizo gracias a la pista de la tarjeta del teléfono móvil que formaba parte de la bomba que no llegó a explotar.

LLAMADAS REGISTRADAS Los investigadores comprobaron que el repetidor de telefonía móvil que hay en la zona donde se ubica la casa en la que se fabricaron las bombas registró la tarde del día 10 las 13 llamadas telefónicas a la central de Amena que se deben realizar para activar cualquier tarjeta prepago de un móvil. Los agentes sabían, tras la declaración de los dos indios detenidos, la relación de los números de teléfono del centenar de tarjetas telefónicas que Jamal compró 15 días antes del atentado a estos dos ciudadanos, en la tienda que regentaban en la localidad de Alcorcón. Localizada la zona, a los agentes sólo les falto buscar, casa por casa, la que estaba habitada por los sospechosos. Y la encontraron.