El sentimiento de orfandad atraviesa al electorado de izquierdas, una sensación de desencanto que mantiene a dos millones de personas entre las dudas de la indecisión y el refugio abstencionista. Los politólogos estiman que son votantes progresistas que en su día optaron por PSOE o Podemos, pero que se han desencantado en el camino y que hoy no encuentran un partido en el que se sientan representados.

Son los dos millones silenciosos que se han ido sin avisar, sin manifestaciones en las calles y sin exabruptos. ¿Significa su desilusión que hay espacio en el tablero político para un tercer partido en las izquierdas? ¿Pueden Pedro Sánchez o Pablo Iglesias recuperarlos y evitar el triunfo de las derechas que auguran la mayoría de las encuestas? ¿Quiénes son esos huérfanos? ¿Qué están pidiendo? Según los estudios, los desencantados comprenden una horquilla que va desde jóvenes (18-35 años) a edades medianas (40-50), pero no responden a ninguna otra variable que permita categorizarlos. En torno a la mitad se desengancharon en los seis meses que transcurrieron entre las elecciones del 20-D y el 26-J. El otro millón se ha ido perdiendo desde entonces sin hacer ruido.

Los politólogos vinculan esa sensación de orfandad a dos factores clave. «Las causas fundamentales son el liderazgo debilitado de Pablo Iglesias en Podemos y el desgaste del Gobierno del PSOE, tras una luna de miel que duró tres o cuatro meses y que premió la audacia de Pedro Sánchez por echar a Mariano Rajoy. Esto ha provocado un sentimiento de orfandad en la gente progresista que necesita más estímulos y de más calidad para ir a votar», sostiene Paco Camas, analista de Metroscopia.

La politóloga de la Universidad Carlos III Silvia Clavería sitúa el acento en improductivad histórica de las coaliciones de izquierdas como factor que despierta las reticencias del electorado más moderado, que no se siente cómodo con el peso de determinadas siglas. «Hay desde hace tiempo una insatisfacción, un agujero. Es gente que se ilusionó con Podemos y que han perdido la ilusión. La crisis les llegó cuando iban a cumplir los 30 y se han quedado arrinconados en el mercado laboral. Ahora, los votantes de derechas tienen muchos motivos para ir a votar, a los de izquierdas les faltan motivos», sostiene Angels Pont, directora del Gabinete de Estudios Sociales y de Opinión Pública (gesop).

Los expertos coinciden en que las izquierdas no podrán movilizar a esos dos millones de huérfanos solo a través del miedo al auge de la ultraderecha, con la hipótesis del frente antifascista, sino que es necesario un estímulo para transformar el desencanto en una nueva esperanza.

«No está siendo efectiva la estrategia de que viene el lobo, por Vox. Esto no va solo de dar miedo, se necesita un mensaje atractivo, una nueva plataforma», defiende Camas. Sostiene que las elecciones de mayo van a ser el termómetro que mida si la izquierda es capaz de reactivar a sus votantes.

Clavería cree que ese concepto ilusionante tiene que pasar por un liderazgo fuerte y un mensaje que apele a las emociones para atraer al electorado «que necesita un revulsivo para participar». A su juicio, hay espacio para un tercer partido de izquierdas en los comicios de mayo, pero no en unas elecciones generales, porque el sistema electoral español penaliza drásticamente a quienes se sitúan por debajo del 15% del voto.

«Datos en mano sí hay espacio para un tercer partido. Si lo de Errejón y Carmena funciona, entonces quizá», plantea. La directora del GESOP considera: «Errejón es ya un nuevo partido en sí mismo», pero subraya que «nada se solucionará si no hay un proyecto estimulante que amplíe lo que ha sido Podemos».

¿Cómo se reilusiona? Los politólogos coinciden en que a favor juega que el voto se decide cada vez más tarde. Recuerdan que el voto de Vox creció en los 10 días previos a las elecciones andaluzas.

«¿Se puede atraer a los que faltan? Depende, si hay un nuevo partido que juegue con emociones» cabría alguna posibilidad, apunta Clavería, pero advierte: las coaliciones de izquierdas, mejor después de las elecciones. No antes.