Las negociaciones entre el PSOE y Podemos llevaban días marcadas por la desconfianza y los ataques, pero ayer, a solo seis días de la votación definitiva sobre la investidura, ambos partidos hicieron movimientos muy relevantes, quizá incluso definitivos, en aras del pacto. Sobre todo, Podemos.

Los morados habían puesto la incorporación de Iglesias al Gobierno como condición indispensable para apoyar a Pedro Sánchez («si vetan a Iglesias, nos vetan a todos», decían), pero el propio secretario general dio un paso atrás. Anunció que renunciaba a ser vicepresidente o ministro si con eso se conseguía un «Gobierno de coalición de izquierdas». El mensaje vino precedido de un cambio en el discurso de los socialistas, cuya última oferta había sido la incorporación de miembros de Podemos en el Consejo de Ministros en carteras sociales, siempre que se tratase de especialistas en la materia y no fuesen ni el propio Iglesias ni ningún integrante de su núcleo duro. Esta vez, sin embargo, abrieron la puerta a que el círculo de confianza del líder morado, por ejemplo su portavoz parlamentaria, Irene Montero, entrase en la Moncloa.

La nueva propuesta, verbalizada por la vicesecretaria general, Adriana Lastra, generó algunas dudas en la dirección del PSOE, y fuentes oficiales la intentaron matizar después, pero Iglesias se agarró a ella para difundir a media tarde un vídeo de 50 segundos en el que dijo: «España necesita ya un Gobierno de coalición de izquierdas que asuma que los derechos sociales deben ser el eje de ese Gobierno. El PSOE dice que el único escollo que evita ese Gobierno soy yo. He estado reflexionado durante estos días y no voy a ser la excusa para que el PSOE evite ese Gobierno de coalición. Mi presencia en el Consejo de Ministros no va a ser el problema, siempre que el PSOE asuma que no puede haber más vetos y que la presencia de Unidas Podemos en el próximo Gobierno tiene que ser proporcional a los votos y que la propuesta, lógicamente, la va a hacer Unidas Podemos. He trasladado esto a Pedro Sánchez».

El mensaje de Iglesias incluye dos condiciones: que el presidente acepte los nombres que él proponga, en principio para entre dos y cuatro ministerios, y que la negociación sea sobre medidas y sobre equipos, al mismo tiempo. Los socialistas rechazan este enfoque, pero tras conocer el paso atrás del líder de Podemos señalaron que ahora podían «llegar a un acuerdo».

«Sin vetos ni imposiciones podemos llegar a un acuerdo. El presidente escuchará las propuestas y decidirá el equipo. Empecemos por los contenidos. Primero programa y luego el Gobierno», explicaron fuentes oficiales del PSOE.

El pacto está más cerca que nunca, con el próximo jueves como fecha límite. Si Podemos apoya, habrá investidura. Los números cuadran, siempre que el PNV vote a favor o se abstenga y ERC y JxCat no bloqueen, como parece previsible. A esta suma habría que añadir los ya anunciados apoyos de Compromís y el PRC y la abstención de Bildu.

YA NO HAY «ESCOLLO» / Después de colocar todo el foco en Iglesias, insistiendo en que no podía entrar en el Gobierno porque «no defiende la democracia» debido a sus críticas al Estado ante la crisis territorial y acusándole de estar dispuesto a volver a elecciones si no le garantizaban un «cargo», la pelota está ahora en el tejado de Sánchez. El presidente dijo el pasado jueves que el «principal escollo» para el acuerdo con Iglesias era su entrada en el Gobierno. Ese obstáculo ya no existe.

De momento, y a falta de que Sánchez retome el contacto con Iglesias, algo que es inminente, los socialistas abrieron la puerta a que dirigentes muy cercanos al líder morado, como Pablo Echenique (secretario de Acción Política), Rafael Mayoral (Sociedad Civil y Movimientos Sociales) y la propia Montero, se sienten en el Consejo de Ministros. «Hablemos de la participación de otros miembros reconocidos de Podemos», señaló a primera hora Lastra en RNE. Preguntada por la posibilidad de que Montero entrase en la Moncloa, la número dos del PSOE no lo negó.

Tampoco lo hizo horas más tarde, tras el Consejo de Ministros, la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá. «Yo no he hablado de Irene Montero con el presidente», dijo la ministra, subrayando que Sánchez solo había mostrado su rechazo a la incorporación del secretario general de Podemos. «Iglesias no cabe en el Gabinete -insistió-. El presidente no ha dicho nada más de nadie, así que todo lo demás es un escenario abierto».

En los próximos días se verá cuán «abiertos» están los socialistas a la hora de aceptar las propuestas que les lleguen de los morados. Todo continúa siendo algo confuso. Después de que Lastra y Celaá fijasen la nueva posición, fuentes de la dirección del PSOE rebajaron el mensaje. Ni la portavoz ni la ministra podían decir que el veto se extendía también a Montero, Echenique o Mayoral, argumentaron, porque no querían entrar en el «baile de nombres». Pero la propuesta seguía siendo la misma: Sánchez estaba dispuesto a aceptar a especialistas «cualificados» de Podemos, dirigentes de reconocido prestigio en sus materias, lo que en principio, añadieron, no incluía a los principales colaboradores de Iglesias. Ahora, casi tres meses después de las elecciones generales del pasado 28 de abril, empieza la negociación de verdad.