El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, tiene varios frentes abiertos: las exigencias de un análisis profundo tras los malos resultados en las elecciones del 26-M, las voces críticas que piden celebrar un Vistalegre III para cambiar el liderazgo del partido y la lentitud en la negociación con el presidente en funciones, Pedro Sánchez, -su principal bala para salvar su imagen de cara a la opinión pública- que no avanza al ritmo esperado. En este escenario, Iglesias está recolocando la cúpula morada para exhibir, pública e internamente, una reacción al varapalo autonómico y local que acalle a los disidentes y evite un malestar interno que pueda perjudicar las conversaciones con los socialistas. Será el Consejo Ciudadano Estatal, donde apenas quedan detractores, el que tenga que aprobar este sábado la nueva estructura.

El principal cambio recayó sobre Pablo Echenique. El baile de sillones que ha puesto en marcha Iglesias sacó al político aragonés de la secretaría de Organización, centro de todas las miradas tras perder más de 60 diputados regionales hace semana y media, para ubicarlo en un área de nueva creación encargado de las negociaciones de gobierno. Salió bien parado en esta jugada el diputado Alberto Rodríguez, que entrará fuerte en la dirección estatal al sustituir a Echenique y ostentar el título de número tres del partido que conlleva su nuevo puesto.

RECONSTRUIR EL PARTIDO / La elección del político canario resultó previsible teniendo en cuenta que Rodríguez llevaba varios meses trabajando en la secretaría de Organización. Además, la tendencia de Iglesias a rodearse de sus más afines hacía perfecto al conocido, entre sus compañeros, como el Rastas para formar parte de un Consejo de Coordinación donde no hay críticos con la gestión de Iglesias e Irene Montero. Aquellos que más se significaron en contra del rumbo escogido por el secretario general están ahora en otros partidos -Íñigo Errejón en Más Madrid- o han dimitido -el exsecretario general de Podemos en la Comunidad de Madrid, Ramón Espinar-.

Así, Iglesias deja en manos de Rodríguez uno de los principales cometidos en los que se dividirá la energía de Podemos: rehacer el partido. Fuentes cercanas a la dirección aseguraron que de cara a los próximos cuatro años será necesario «fortalecer el trabajo sobre los territorios y los círculos» para solventar el problema de «implantación territorial» actual y llegar a las próximas elecciones con más «madurez». Además, deberá lidiar con los barones autonómicos más críticos.

Otro de los movimientos propuestos en el Consejo de Coordinación y que se analizará en la reunión que tiene este órgano el jueves es nombrar a la diputada navarra Idoia Villanueva nueva secretaria Internacional. Un puesto que, hasta hace unos meses, ocupaba uno de los cofundadores del partido, Pablo Bustinduy, y que dimitió semanas antes de que se celebrasen las elecciones generales del 28-A.

REBAJAR TENSIONES / Los morados defendieron que todos los cambios responden a una simple intención de amoldarse al nuevo escenario poselectoral. «Lo normal en cualquier equipo es la readaptación de las composiciones», aseguró el secretario de Sociedad Civil de Podemos, Rafael Mayoral. «Da igual que Echenique juegue de defensa o mediocentro, nadie le quitará la titularidad», añadió. Misma tónica emplearon Iglesias y Echenique, en Twitter, tirando de ironía y de viñetas de Heidi para rebajar la tensión por la supuesta purga que vive el partido.

El nuevo diseño de la dirección parece buscar contentar a aquellos que exigen cambios y, a la vez, centrar esfuerzos en la negociación con Sánchez, con el que todavía no se ha reunido. Para afrontar estas conversaciones, por el momento sin fecha, el secretario morado se reunirá este viernes con los líderes de sus confluencias -IU, En Comú Podem, Galicia en común y Equo- para fijar estrategia.