El caso Garzón dio ayer un giro inesperado tras la decisión del juez de la Audiencia Nacional de recusar al magistrado Luciano Varela por no ser "ni neutral ni imparcial". Baltasar Garzón considera que su colega del Tribunal Supremo (TS) ha actuado como "director" de Falange Española de las JONS y Manos Limpias, a las que ordenó rehacer sus escritos de acusación para poder sentarlo en el banquillo por investigar los crímenes del franquismo.

Esta actuación no tiene precedentes en la historia judicial reciente, pero tampoco hay antecedentes de que un instructor "preste una colaboración privilegiada y decisiva" a las acusaciones en un proceso penal "lesionando el derecho de defensa". Esto es lo que, según Garzón, ocurrió cuando Varela dio un día a Falange y Manos Limpias para que "mejoraran sus escritos". Un mandato que cumplió el sindicato ultra, pero no Falange, por lo que ha sido expulsada del proceso.

El juez de la Audiencia Nacional sostiene que el togado del TS "tiene un interés directo o indirecto en la causa" por haber "sometido a una labor de reelaboración argumental" dichos textos, especificando "lo que tienen que decir o no decir" como si él fuese "el director o controlador" de las acusaciones. De este modo, añade la defensa, "ha perdido su posición imparcial de árbitro del procedimiento".