Si en el País Vasco la dispersión del voto en media docena de partidos ha desembocado desde hace décadas en una variada política de pactos, inédita en el resto de España, la reaparición de la izquierda aberzale en ayuntamientos y diputaciones forales tras las elecciones de hoy, complicará aún más las posibles alianzas.

Así lo admiten dirigentes del PNV, el PSE y el PP, que coinciden en señalar que la presencia de Bildu puede desembocar en una geometría variable de pactos, que podría incluso agrietar el apoyo de los populares al Gobierno de Patxi López. Sobre todo, si los tres partidos citados optan por excluir a Bildu y los socialistas se alían con los nacionalistas de Iñigo Urkullu, por ejemplo, en las diputaciones forales de Guipúzcoa y Alava.

El resultado que obtendrá la coalición electoral en la que se agrupan independientes de la izquierda aberzale con los partidos EA y Alternatiba es una incógnita. Pero los sondeos le vaticinan una gran presencia institucional, porque los aberzales suelen tener buenos resultados cuando ETA no mata y porque arrastrarán votos de los otros dos partidos, aunque Alternatiba sea muy minoritaria y el apoyo a EA haya ido menguando.

GUIPUZCOA Algunos analistas creen que Bildu podría ser la fuerza más votada en Guipúzcoa. Ya lo fue la izquierda aberzale en 1999, cuando en plena tregua de Lizarra concurrió con la marca Euskal Herritarrok y obtuvo el mejor resultado de su historia. Un 20% de los votos en toda Euskadi para las juntas generales y un19,9% en los ayuntamientos, con más de 228.000 papeletas. De ellas, más de 105.000 las consiguió en Guipúzcoa, donde logró el apoyo del 27,9% del total de los votantes. Es también en esta provincia donde EA tiene más seguidores.

En Vizcaya, con más implantación del PNV, y Alava, donde el PP es fuerte, el porcentaje aberzale suele ser inferior.

Esa recomposición del mapa político transformaría también la política de pactos, que en Euskadi no siempre se corresponde con los que se dan a escala española. El pacto de gobernabilidad entre populares y socialistas es una muestra de ello. Pero ahora podrían reeditarse alianzas entre el PSE y el PNV, como ya ocurrió en el pasado y como sucede con el apoyo del partido de Urkullu al Gobierno de Zapatero. Entre otras razones porque pueden ser los aliados naturales en instituciones como la Diputación Foral de Guipúzcoa, que podría ser la clave de esa complicada madeja de acuerdos.

Aunque no es imposible que el PNV --también más radical en esa provincia-- pacte con Bildu, no parece probable. Quien no pactará en ningún caso con la coalición aberzale es el PSE, lo que le abocaría a tantear a los peneuvistas tanto en la Diputación guipuzcoana como en el Ayuntamiento de San Sebastián. De hecho, el alcalde Odón Elorza se queda sin los socios con los que ha gobernado en la última legislatura --porque Alternatiba está en Bildu y Aralar puede perder su representación en la capital donostiarra-- y tiene una pésima relación con el PP. Así que, adelantándose al riesgo real de que el PP y el PNV pacten para quitarle la alcaldía --llevan ocho años aliados en la oposición--, Elorza ya manifestó en la campaña su preferencia por gobernar con los nacionalistas.

También será clave la Diputación de Alava, donde los tres principales partidos están empatados. En el 2007 el PP tuvo 15 escaños y 169 votos más que el PSE, que obtuvo 14, los mismos que el PNV, que pese a ser tercera fuerza logró la presidencia con apoyo de los socialistas. Si los resultados son similares, el PP esgrimirá el pacto que permitió el acceso de Patxi López a la lendakaritza para hacerse con la presidencia de esa Diputación. Pero no es seguro que los socialistas se sientan tan comprometidos por ese acuerdo. Ni siquiera que el Gobierno vasco corra peligro si el PP rompe, porque el PNV podría ayudar a López hasta las próximas elecciones.