Apenas unas horas después de que José Luis Rodríguez Zapatero obtuviera su primera victoria en unas generales, el 14 de marzo del 2004, el entonces coordinador general de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, justificó su batacazo en las urnas alegando que se había producido una "transfusión de sangre de izquierdas, de sangre roja" desde IU hacia el PSOE para desalojar del poder al PP. Obtuvo entonces cinco escaños. Pero cuatro años después Zapatero volvió a ganar e IU, coaligado con ICV, cosechó el peor resultado de su historia: dos diputados. Ahora, la nueva dirección de Izquierda Unida, con Cayo Lara a la cabeza, intenta frenar el declive de su organización con una refundación e, incluso, hace un llamamiento a los desencantados con los socialistas. "No hay que hacer más transfusiones de sangre al PSOE, porque la historia ha demostrado que no han servido para hacer girar a la izquierda a sus receptores", dijo ayer Lara.

En una asamblea refundacional que empezó ayer en Fuenlabrada, Lara subrayó que ha llegado la hora de la transfusión inversa: "La base social desencantada con el PSOE tiene que venir a esta fuerza política", sentenció.

Parece que IU ha tomado conciencia de que solo le queda una oportunidad para no desaparecer. Por eso, el discurso de su coordinador general estuvo ayer orientado a marcar distancias con los socialistas y a abrir las puertas a los que buscan un referente de izquierda. "El PSOE ha abandonado a su electorado y a su base social al condicionar sus medidas a las exigencias del PP", espetó Lara.