--En el triunfo del sí en el referendo del 18 de junio en Cataluña se juegan mucho CiU, PSC e Iniciativa, pero también usted, porque este Estatut es también su apuesta personal.--Los ciudadanos de Cataluña tienen la oportunidad de decidir su futuro, y son mucho más importantes que todas las ideas y que todos los políticos juntos. Tener un Estatut nuevo que reforma el de hace 27 años es una decisión para una larga etapa, para una Cataluña con más autogobierno, y por tanto la decisión que tomarán los catalanes está muy por encima de las actuaciones de los distintos partidos. La gran ventaja de este Estatut, y de ahí mi confianza en el sí, es que todo será mejor para Cataluña. Nadie puede encontrar un elemento negativo en un texto que facilita la conciliación con el conjunto de España.

sí,

-- Uno de los factores para conseguir una participación razonable está en la movilización del electorado no especialmente sensible a las cuestiones identitarias, que corresponderá movilizar al PSC y a usted, que se va a volcar en Cataluña estas dos semanas.-- Es verdad que he hecho un esfuerzo, también lo ha hecho todo el partido socialista. Tengo el convencimiento de que el electorado que simpatiza con el PSC va a acudir mayoritariamente a las urnas. Para un votante progresista esta es una ley de leyes que contiene un amplio capítulo de derechos que refuerzan la libertad y la seguridad de los ciudadanos ante los poderes públicos de Cataluña.

-- ¿Ha hecho un balance de las plumas que se ha dejado en el debate del Estatut? En el conjunto de España su imagen se ha desgastado, y en Cataluña se ha distanciado de ERC...-- Estoy muy satisfecho con que el día 18 se vote un magnífico Estatut. Era un compromiso y una apuesta que, como todas las que merecen la pena, tenía dificultades. Pero la sociedad analiza los procesos políticos con una perspectiva que no es la de los políticos ni la de los periodistas. Nosotros vivimos muy al día, pensamos que la gente vota todos los días, y no es verdad. La gente valora los resultados más que los procesos, evalúa una tarea concluida, que se puede explicar con mucha más serenidad que en los momentos en que se desarrolló la negociación.

--El modelo de Estado que se está conformando, sin el apoyo del PP, concita menor consenso que el de 1979. ¿Tendrá la misma estabilidad que el modelo de la transición?-- Por supuesto. La actitud del PP no responde a las reformas territoriales, sino a la voluntad de convertirlas en un elemento de confrontación con el Gobierno. El pronóstico es clarísimo: vivirán con el Estatut sin problemas. Y con el Estatuto de Andalucía. Ya pasó en 1979: la derecha no votó el Estatut de Sau. ¿Y ahora qué? Ahora lo defiende. Pues ahora pasará igual.

-- ¿Se han echado en falta voces de intelectuales, políticos y medios de comunicación que defendieran, como en 1979, el derecho de los catalanes a mayor autogobierno?-- Creo que hay dos factores que pueden explicarlo. El primero es que la izquierda en nuestro país ha tenido una doble alma sobre el modelo territorial que convenía a una sociedad moderna y plural como la española, pero a la vez ha sido muy susceptible ante las tensiones separatistas. Y esa doble alma ha estado ahí latente, y ahora se ha visto cuando hemos debatido el Estatut.Y en segundo lugar, hay una percepción que es difícil de combatir, aunque me he esforzado por hacerlo y lo seguiré haciendo. Tiene que ver con la actitud de las fuerzas políticas de Cataluña en torno a lo que juzgan excesiva solidaridad con el conjunto de España. El problema es que el debate atraviesa lo racional y entra en lo pasional. El debate en los estados federales es un debate racional, de números, donde las partes y el conjunto tienen que renovar sus compromisos periódicamente en función de cómo va la economía. Pero aquí el debate es caliente y pasional. Es decir, defender, como yo he hecho, que Cataluña es una sociedad que contribuye al conjunto con esfuerzo, que es solidaria, es una verdad que no se entiende en algunos sectores de la opinión pública. El debate debería ser mucho más racional, centrado en el funcionamiento del Estado y las cuentas públicas.

-- El debate de la solidaridad ha abierto una brecha emocional entre Cataluña y el resto de España. ¿Curarán las heridas?-- Sin duda. Quiero matizar que eso se ha producido en sectores muy concretos, porque, insisto, el debate entró en el terreno de lo emocional, y no en el de lo racional. Por ejemplo, todo el mundo puede ver razonable que Baleares plantee que está mal financiada y que contribuye mucho al conjunto, y eso no va a provocar nunca una reacción contra Baleares. Pero si lo plantea Cataluña, la cosa cambia. Por eso hablo de una reacción emocional, cuando lo que hay que tener es una reacción normal, fría, donde se negocia y se alcanza un acuerdo que compagina todos los intereses.Pero, más allá de todo esto, todos los modelos que podamos poner encima de la mesa están condicionados en el fondo por una cuestión, que es la evolución de la economía y de los ingresos públicos para el conjunto y para cada una de las partes.

-- ¿Era consciente de que su pacto con Artur Mas iba a suponer la ruptura con ERC?-- En absoluto. Además, los primeros compases no iban en esa dirección. Hablé esa noche sábado 21 de enero tanto con Joan Puigcercós como con Josep Lluís Carod-Rovira, y el día siguiente estuve con ellos. Quedamos en seguir dialogando para que se pudiera ratificar su apoyo al texto, porque buena parte de la tarea del contenido del Estatut tiene el sello de Esquerra. En el fondo, tienen que tener aprecio al Estatut. Creo que Esquerra no apoya el Estatut no por el contenido, sino por el continente. Creo que no acierta en términos políticos, aunque pienso que vivirá a gusto con el Estatut y que exigirá que se cumpla. ERC ha tenido un comportamiento generoso conmigo en el Congreso. Creo que, en el fondo, hay una recíproca comprensión, y veo que les cuesta defender el no, y eso aumenta el respeto que les tengo.

no,

-- En el debate sobre el estado de la nación, CiU le lanzó una oferta de colaboración. Después sus socios de ERC y de IU le advertían del peligro de girar a la derecha.-- Mi actitud, más allá del resultado, es buscar el máximo de diálogo con CiU y ERC. Y lo intentaré sea cuál sea el Gobierno de Cataluña, porque creo que es bueno para la gobernabilidad del país. Procuraré tener buena relación con CiU y siempre tendré consideración a ERC.