En puertas de las elecciones, José Montilla afronta el reto de abanderar la defensa del Estatut y exigir al Gobierno su cumplimiento íntegro sin provocar la ruptura entre PSC y PSOE. Lo que le lleva a proclamar que la sentencia del Estatut es un "fracaso" para el PP y, al tiempo, expresar su "indignación" con el Constitucional.

--¿No es contradictorio?--El PP, al impugnar 201 preceptos, quería liquidar el Estatut, pero no lo ha conseguido. Dijo que rompería España, que daba privilegios a Cataluña e incluso que favorecía la poligamia, pero nada de eso ha pasado. Es más, la mitad de las leyes que desarrollan el Estatut han contado con el apoyo del PP. Ahora bien, no podemos decir que aquí no ha pasado nada. El Estatut ha salido afectado, con un artículo declarado inconstitucional, otros recortados y otros sujetos a interpretación.

--¿Cómo se propone rescatar los apartados mutilados?--En algunos casos el Constitucional fija una doctrina que un nuevo tribunal puede cambiar. Los efectos prácticos de los recortes probablemente serán pocos, pero importan los efectos políticos y emotivos. El Estatut es también un símbolo. Se ha afectado gratuitamente la pieza central en que se sustenta el autogobierno catalán, votada por los ciudadanos. Es un agresión que no afecta a un artículo u otro, sino a la dignidad del país. Y el problema no es solo de Cataluña; es de toda España: la sentencia no fortalece el proyecto común de todos los españoles, debilita la unidad de España. Y hace un gran favor a separatistas y separadores.

--En el PSOE no entienden que vaya a la marcha del 10-J...--Pero lo respetan, y muchos harían lo mismo en mi lugar. Debe ser una manifestación de afirmación como país.

--¿Queda alguien en el PSOE verdaderamente federalista?--Su comité y su ejecutiva son federales, y si España se parece hoy a un Estado federal, aunque imperfecto, es por el PSOE, no por el PP.

--¿Confía en forjar la unidad catalana en defensa del Estatut?--Buscaré una posición común, aunque sea de mínimos, con las fuerzas que apuestan por el autogobierno catalán.

--¿Unidad también en Madrid?--Podemos estar juntos en algunas cosas, pero en otras es muy difícil en campaña. Ahora, para defender el autogobierno, es muy importante que haya unidad aquí. Si hay unidad en Cataluña puede haberla en Madrid. Si aquí no hay unidad, nadie puede reclamarla en Madrid.

--¿Aun a costa de un choque entre el PSC y el PSOE?--La unidad es para defender allí lo que acordemos aquí, no para apoyar propuestas unilaterales que alguien se saque de la manga. Yo quiero que haya unidad.

--En plena crisis, ¿ve a Zapatero en disposición de capitanear el plan de rescate del Estatut?--Son cosas perfectamente compatibles. Entiendo que su prioridad sea la crisis; también es la mía. Pero una cosa no excluye la otra, los ciudadanos no lo entenderían. Hemos de ser capaces de hacer ambas cosas.

--¿El tijeretazo de Zapatero hubiera sido menos doloroso de haberse aplicado al inicio de la crisis económica?--Seguramente, pero se tendría que haber aplicado igual. Yo creo que nos esperan unos cuantos años de crisis. Se ha acabado eso de gastar financiando con cargo al déficit el dinero que te dejan unos terceros.

--Los casos Palau y Pretoria dejan sin argumentos a quienes combaten el tópico de que todos los políticos son iguales. Y, además, los partidos tampoco han impulsado las medidas de regeneración democrática anunciadas...--Creo que, pese a todo, hemos dado pasos hacia delante para que haya más transparencia. La ley electoral no la hemos podido aprobar porque necesita el apoyo de dos tercios del Parlament y a algunos ya les va bien la normativa vigente, y no tienen interés en cambiarla. Como no quisieron cambiarla durante los 23 años que gobernaron, pese a que no necesitaban permiso de Madrid.

--Supongo que comparte el temor a que la abstención se dispare en las elecciones al Parlament. ¿Qué mensaje transmitiría al ciudadano?--Primero, que no todos los políticos son iguales. La mayoría de los políticos son gente honesta, aunque igual algunos no lo sean. A mí me preocupa el bien de la mayoría, en especial el de aquellas personas que más necesitan de la política porque no tienen recursos, las clases más débiles, las más desfavorecidas... Los poderosos ya hacen política con su influencia y su dinero.