La política exterior mereció el aplauso del Rey en el discurso de salutación al cuerpo diplomático acreditado en España. Al término de una legislatura en la que las relaciones internacionales del Gobierno han sido vapuleadas por el PP, Juan Carlos consideró, por el contrario, que este país ha desempeñado un papel "clave e insustituible".

El Monarca calificó de "eficaz" la diplomacia multilateral española, desplegada especialmente en el marco de la ONU. Una actuación, dijo, "con vocación universal", que permite afrontar con éxito las exigencias de la paz y la seguridad, la promoción de la democracia y de los derechos humanos, así como los desafíos de la barbarie terrorista o de la erradicación de la pobreza.

La creciente cooperación española y el incremento de la ayuda al desarrollo, junto a la entrega personal de tantos cooperantes, fue subrayada por Juan Carlos como muestra de la solidaridad de la que es capaz el pueblo español. En su alocución ante diplomáticos de más de 100 países, destacó la entrega con la que España ha desempeñado la presidencia de la OSCE. El ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, ha liderado durante el 2007 esa organización de seguridad paneuropea.

Juan Carlos, acompañado por la Reina y los príncipes de Asturias, procuró que sus palabras incluyeran las cuestiones más significativas. Desde el recuerdo a los militares muertos en misiones de paz hasta la apuesta de España por el desarrollo sostenible, concretada en la exposición universal de Zaragoza sobre el agua que empieza en junio.

OBJETIVOS En presencia del presidente Zapatero, motor junto al primer ministro de Turquía, de la Alianza de Civilizaciones, el Rey no aludió a ese proyecto. Sí insistió en el compromiso del país con los objetivos del Milenio: las metas de la ONU para reducir el hambre y la pobreza extrema en el mundo. Como en años anteriores, el jefe del Estado habló de los inmigrantes, resaltando su contribución a la prosperidad de este país.

El nuncio del Vaticano, que, como decano del cuerpo diplomático, habló en nombre de sus colegas, desplegó un discurso genérico. Manuel Monteiro de Castro no entró en las tensiones que enfrentan a un sector de la Conferencia Episcopal con el Gobierno, que él conoce a fondo. Esta vez, rompiendo la costumbre, se impidió el acceso de los periodistas al cóctel que cada año se sirve en el Palacio Real. Un portavoz de la Casa del Rey adujo que, una vez convocadas las elecciones, resultaban inoportunos los habituales corrillos que se forman con el Rey y con el presidente del Gobierno. Precisó que la Moncloa había sido ajena a esa decisión.