"No pienso volver a la política activa". José María Aznar ha pronunciado en varias ocasiones esta frase desde que salió de la Moncloa en abril del 2004. Incluso ha llegado a equiparar su abandono de la política a la de Carlos I en 1555, cuando el emperador augsburgo abdicó y se retiró al monasterio de Yuste.

Es cierto que el expresidente no ha vuelto a la actividad política, si como tal se entiende la vida parlamentaria. Ni falta que le hace. En los últimos 24 meses ha encontrado un instrumento mucho más práctico --y más cómodo-- para estar presente en la contienda pública: el activismo político.

Lejos de emular a Carlos I y encerrarse con resignación monacal en su chalet de la urbanización Montealina, en la localidad madrileña de Pozuelo, Aznar está entregado en cuerpo y alma a demostrar que su sucesor, José Luis Rodríguez Zapatero, es, lisa y llanamente, un desastre. Y también está dedicado a nutrir de ideología al PP.

Ese activismo lo ejerce desde todos los frentes. En la calle, participando contra la política antiterrorista del Gobierno o recogiendo firmas contra el Estatuto catalán. O desde su silla de miembro permanente del Consejo de Estado, donde se estrenó rechazando en solitario la reforma de la Constitución que se plantea el Ejecutivo.

También se mueve el expresidente en el extranjero, donde ha celebrado varios encuentros privados con George Bush y pronunciado discursos que invariablemente, de modo directo o indirecto, ponen en entredicho al Gobierno español. En una de sus más recientes intervenciones --su despedida como líder de la Internacional de Centro (IDC), en Manila, el 27 de enero-- lanzó dardos a los nacionalismos con sus voces de alerta contra las "razas míticas".

El expresidente despliega además su misión en entrevistas a medios de comunicación --en el diario lisboeta Expresso alertó hace poco sobre la "balcanización" de España-- y en lanzamientos de libros, propios o ajenos. En el prólogo a La fuerza de la identidad, de Marcello Pera, se mofaba de la Alianza de las Civilizaciones y desdeñaba como "irrelevantes" a los actuales líderes europeos.

Fábrica de ideas

Pero donde Aznar desarrolla con mayor ímpetu el activismo político es en su despacho de la fundación FAES, la fábrica de ideas del PP que preside y que ha puesto en frenética actividad desde que tomó sus riendas. Desde allí promovió el vídeo en que se calificaba la victoria del PSOE de "coacción antidemocrática".

El expresidente no para. Tanto se mueve, que el nacimiento de su segundo nieto lo sorprendió en Miami.