Quién prestará apoyo a quién, con qué condiciones, a qué precio y con qué efectos secundarios. Esto podría parecer un trabalenguas, pero no lo es. En Euskadi, el 1 de marzo pueden ganar el nacionalista Juan José Ibarretxe o el socialista Patxi López. Pero tan importante como vencer en las urnas será disponer de los apoyos necesarios para acceder a la presidencia y gobernar con cierta estabilidad. Algo que, en el País Vasco, puede resultar endiabladamente complejo. "Aquí prevalece la ley de Murphy", ironiza un alto dirigente del PSE. "Si algo puede enredarse, se enreda. Fijo".

Tras casi 30 años en el poder apoyándose en alianzas de signo muy diverso, el PNV afronta el riesgo de ser descabalgado por primera vez del Gobierno. En las últimas tres elecciones (1998, 2001 y 2005) Ibarretxe logró ser investido lendakari con la ayuda activa o pasiva de los diputados de la izquierda aberzale. Pero esta vez la novedosa exclusión electoral de los extremistas dibujará en el Parlamento una divisoria nítida, sin espacios de amortiguación para los peneuvistas.

Los contendientes coinciden en el pronóstico de que el veto a los radicales hará posible que los constitucionalistas (PSE y PP) sumen por primera vez la mayoría en la Cámara, aun en el caso de que el PNV venza. Los sondeos prevén que el tripartito, liderado por el PNV, no logrará la mayoría ni siquiera con Aralar.

Los dos partidos que pueden alzarse con el triunfo, el PNV y el PSE, contienen el aliento ante la importancia crucial de las alianzas. Sin duda, estas acabarán dirimiendo el ajustado pulso que libran Ibarretxe y López.

Si los nacionalistas no alcanzan la mayoría, el 1-M puede alumbrar escenarios muy distintos. Uno: que el PNV gane en votos y en escaños con una ventaja notable sobre el PSE. Dos: Que la ventaja de Ibarretxe sobre López sea exigua. Tres: que el PNV gane en votos y el PSE, en escaños. Cuatro: que el PSE triunfe en votos y en escaños, opción escasamente avalada por las encuestas.

Los socialistas vascos van a las urnas en las mejores condiciones de su historia, tras su brillante resultado en las generales del 2008. Consciente de la excepcional oportunidad, López sostiene que optará a ser investido lendakari si en el Parlamento hay una mayoría favorable al cambio, tanto si queda por delante como por detrás de Ibarretxe.

PERIODO AGONICO Esto, según fuentes de la cúpula del PSE, tendría una excepción: si el PNV aventajara al PSE por la mínima, López intentaría descabalgar a Ibarretxe con la ayuda del PP, pero si la victoria peneuvista fuese inapelable, López desistiría. Los socialistas saben que lograr la presidencia con el apoyo del PP y gobernar en minoría daría lugar a una legislatura tremendamente difícil de manejar. Pero hacerlo habiendo perdido frente al PNV abriría un periodo agónico. ¿Un rédito tan exiguo y volátil para los socialistas en Euskadi justificaría privar al Ejecutivo de Zapatero del sostén del PNV en el Congreso? Los populares dicen estar dispuestos a apoyar a López para acabar con tres décadas de hegemonía nacionalista, aunque con condiciones.