El juez Juan del Olmo dictó ayer prisión para seis de los siete detenidos --cuatro policías y tres civiles-- que simularon un tráfico de explosivos para intentar atacar la instrucción del 11-M. El magistrado dejó en libertad a uno de los agentes, Luis López Hidalgo, aunque le impuso una fianza.

Antes de su declaración, uno de los policías, Celestino Rivera, intentó suicidarse en los calabozos de la Audiencia.

El juez imputó al policía José Luis González, al matrimonio formado por Manuel Romero e Isabel García por tráfico de explosivos y drogas, detención ilegal, denuncia falsa, cohecho, falsedad documental y amenazas a funcionarios. Y acusó a los agentes Rivera y Jesús Parrilla de revelación de secretos.

Rivera y Parrilla se pusieron en contacto con un periodista de El Mundo para contarle una supuesta trama de explosivos con el fin de atacar la investigación del 11-M. En agosto, los detenidos manifestaron que habían encontrado cinco kilos de goma 2-Eco --explosivo empleado en el 11-M-- en Leganés donde se suicidaron siete autores materiales de la matanza. Del Olmo investigó ese hallazgo y descartó que ese material fuera destinado a grupos terroristas.

Los agentes siguieron su carrera delictiva y pusieron un kilo de cocaína a una mujer rusa para que un abogado lograra la custodia de su nieto. El letrado ha sido encarcelado por deslealtad profesional y tráfico de drogas.

Además, los agentes Rivera y Parrilla contactaron con un redactor de El Mundo entre los pasados días 22 y 30. La policía grabó las conversaciones y constató que los agentes aprobaron que ese diario vinculara su tráfico de explosivos con el 11-M.

LAS DECLARACIONES Los detenidos negaron las acusaciones. La fiscalía pidió prisión para todos ellos para evitar la destrucción de pruebas. Sin embargo, Del Olmo dejó en libertad, bajo fianza, a Hidalgo porque ha jugado un papel menor en la trama.