El magistrado de la sala segunda del Tribunal Supremo y expresidente de la Audiencia Provincial de Vizcaya, Joaquín Giménez, cree que el abandono del apoyo de la violencia por quienes han respaldado esta vía puede hacer reflexionar a ETA sobre "la inutilidad de su actividad". Giménez, conocedor de los intríngulis de la banda terrorista, realizó estas declaraciones a la revista jurídica Res Pública , en una semana en la que se ha sabido que la dirección etarra está movilizando al colectivo de presos con el objetivo de mantener viva la línea dura y para que protesten por lo que consideran un au- mento de la represión en las cárceles.

Giménez cree que Euskadi tiene la "asignatura pendiente" de "redescubrir el sentido propio del lenguaje", y dijo que "hablar de final dialogado para el terrorismo puede dar la impresión de un diálogo entre iguales, es decir, entre los terroristas y las instituciones del Estado, lo que en modo alguno es admisible".

"Es cierto que la especificidad del terrorismo de ETA --dice Giménez-- se encuentra en el apoyo social que le presta un segmento significativo de la sociedad vasca". No obstante, apunta que "la exigencia del abandono definitivo, verificable y absoluto de la actividad terrorista es el objetivo de todo, y mucho puede ayudar en ello el ejercicio de procesos de autodeterminación individual en esos sectores de la sociedad vasca que han mostrado su comprensión e incluso su apoyo a la actividad terrorista". "El abandono de esta posición sí que puede hacer reflexionar a los que practican el terrorismo sobre la inutilidad de su actividad", aseveró el juez.

ENCIERROS EN LAS CELDAS Los reclusos de ETA tienen en su poder las directrices de la banda sobre cómo y cuándo deben llevar a cabo los actos de protestas, anunciadas el lunes por el colectivo de presos etarras (EPPK), según fuentes penitenciarias.

Los internos han recibido un calendario en el que se detallan las iniciativas que marcarán este "periodo de lucha". La primera fase, que se iniciaría este viernes, consistirá en una avalancha burocrática de comunicaciones en las que los presos deben trasladar su malestar. La segunda semana, los presos utilizarán uno de los métodos más habituales: los encierros en sus celdas.