Casi 155 días después de las elecciones que le brindaron el liderazgo del independentismo, Carles Puigdemont pronunciará con toda probabilidad este viernes el nombre que permitirá desbloquear el inicio de la legislatura post-155. A partir de ahí se precipitarán por efecto dominó multitud de piezas del tablero catalán. El dedo del líder de Junts per Catalunya no solo señalará al 131º presidente de la Generalitat, sino que también dará pistas de la actitud con la que los secesionistas enfocan la era post-DUI.

Rodeado de un extremado secretismo, Puigdemont comunicará a sus fieles de JxCat, al PDECat --cuya dirección viajará a Berlín-- y a ERC el nombre del 'president' efectivo, que sería investido entre el lunes y el miércoles. El anuncio 'urbi et orbi' lo efectuará probablemente a través de las redes sociales. Un tercio de los 34 diputados posconvergentes han entrado en algún momento en una quiniela de presidenciables convertida en montaña rusa, donde los aspirantes ganaban o perdían enteros a velocidad de vértigo. En las últimas horas, el sube y baja ha dejado como mejor situados a Elsa Artadi, Josep Costa y Quim Torra, pero todas las fuentes indican que la decisión de Puigdemont será tan personalista que nadie se atreve a descartar sorpresas.

Medio Govern para cada uno

Y es que el quién debe conjugarse con el para qué. Artadi siempre ha sido la favorita por ser la mano derecha del 'expresident', pero la obsesión de Puigdemont por que su sucesor sea un presidente de paja a la espera de una futura "restitución" podría llevarle a no quemar el cartucho de Artadi, aunque en ese caso se le reservaría la Conselleria de Presidència. Ahí es donde entrarían en juego Costa, actual vicepresidente del Parlament, y Torra, exnúmero dos de Òmnium Cultural. Dos perfiles independientes pero caracterizados por un muy afilado verbo en las redes sociales, que en el caso de Torra ha incluido tuits xenófobos contra los "españoles".

Otra opción es que Puigdemont se incline por promocionar a un alcalde de su confianza, como hizo con él Artur Mas. De ahí que el regidor de Valls, Albert Batet, también esté sonando con fuerza, aunque fuentes negociadoras explican que el encaje de bolillos podría llevar a Batet a ser 'conseller' de Territori, o bien quedarse al frente del grupo parlamentario de JxCat. Y es que a falta de resolver la incógnita principal (el 'president'), JxCat y ERC tienen encarrilado el organigrama de un Ejecutivo que se repartirán esta vez al 50%, y en el que los 'exconsellers' presos o prófugos no serán "restituidos", a diferencia de lo que abanderó Puigdemont. La gran duda sobre la estructura del Govern es si Exteriors seguirá siendo una 'conselleria' o sus competencias se diluirán en otro departamento.

Aragonès, hombre fuerte de ERC

Si Artadi llevará la batuta posconvergente en el Gabinete, el hombre fuerte de ERC será Pere Aragonès, quien de facto dirige hoy el partido tras el encarcelamiento de Oriol Junqueras y la huida de Marta Rovira. Aragonès tomará el relevo de Junqueras en la vicepresidencia del Govern y en el departamento de Economia. Los republicanos se quedarán las áreas más sociales, entre ellas Ensenyament y Salut. Para la primera Esquerra respescaría a Josep Bargalló, que dirigió esta 'conselleria' dos meses en el 2004, antes de ser 'conseller primer' de Pasqual Maragall. Salut se la disputan David Elvira, director del CatSalut, y Joan Ignasi Elena, exlíder del Pacte Nacional pel Referèndum. La cuota republicana la completarían la senadora Ester Capella (Justícia) y la diputada en el Congreso Teresa Jordà (Agricultura).

El PDECat aportaría la experiencia municipalista al Govern. Además de Batet, el alcalde de Mollerussa, Marc Solsona, recalaría en Governació, y el expresidente de la Associació Catalana de Municipis (ACM) Miquel Buch podría asumir una 'conselleria' hoy más compleja aún de lo habitual: Interior. Cultura parece adjudicada a la diputada de JxCat Laura Borràs, exdirectora de la Institució de les Lletres Catalanes.