El tribunal del procés continuó ayer haciendo su particular recorrido por la geografía catalana de la mano de los guardias civiles que intentaron cerrar colegios e intervenir las urnas del 1-O. La ruta acabó en Barcelona, con las 27 actuaciones de las que se ocupó la Policía Nacional. El responsable de Información de este cuerpo aseguró que «la intervención» policial ese día «fue más que medida, fue quirúrgica».

A lo largo de su declaración, el comisario principal del que dependieron «en última instancia» los colegios en los que actuó la policía, admitió que se tuvo que emplear la fuerza ante lo que llamó «sistema de resistencia de carácter subversivo», aunque sostuvo que los agentes priorizaron siempre la seguridad de los votantes «en detrimento» de la suya propia.

Muy crítico con la actuación de la Policía catalana, por entorpecer su labor y facilitar la consulta ilegal, dijo no querer, «con los grandísimos profesionales que hay en los Mossos, hablar solo de su dispositivo mal, porque, por ejemplo, en el colegio Ramón Llull, un inspector se quedó aislado y un coche de los mossos, no del binomio famoso, le sacó de allí».

De esa acción encomiable pasó a las actuaciones que no considera «de recibo», como que los mossos avisaran de la llegada policial en algunos centros, lo que hizo que «las colas de votantes se convirtieran en cebollas», por el que los concentrados entrelazaban sus brazos para dificultar su desalojo.