El silencio de Mariano Rajoy sobre quién será su cabeza de lista en las elecciones europeas de junio empieza a crear tensión en sus filas. También en los entornos de los dos dirigentes que parecen tener más posibilidades: Jaime Mayor Oreja y Alberto Ruiz-Gallardón. Ninguno ha recibido aún confirmación o desmentido al respecto. Y a falta de directrices, los aludidos se limitan a hacer notar su predisposición a repetir --Mayor Oreja-- o a evitar, si fuera posible, ejercer esa responsabilidad en Europa --en el caso de Gallardón--.

Una vez más, Rajoy ha decidido manejar sus tiempos. Nada parece importarle que el PSOE señalase el pasado verano al exministro Juan Fernando López Aguilar como aspirante o que, parte de sus compañeros, considere que retrasar la elección del candidato conlleva "perder un tiempo precioso en unas elecciones cruciales". Y especifican que, si son cruciales para el partido, aún lo son más para Rajoy. De hecho, no es necesario buscar entre los críticos del presidente del PP para encontrar dirigentes que, pese a colaborar con él, admitan que Rajoy recibió una "prórroga" en el congreso de Valencia para, después de perder dos veces en las generales, intentar remontar vuelo. ¿Plazos? Lo tienen claro: las europeas de junio. Siempre y cuando el resultado de los comicios gallegos, puntualizan, resulte digno.

En ese contexto, agregan que si los populares ganan las próximas elecciones europeas habrá un respiro colectivo hasta las municipales de 2011. Pero si se pierden, matizan, será "inevitable" la lectura de que son Rajoy y su proyecto los que habrán fracasado. Y, según sus cálculos, se acabaría "la prórroga" y se precipitaría, ese mismo verano, un congreso extraordinario del PP.

EL DILEMA. Con ese análisis, dan por hecho que el máximo aludido intentará buscar "candidato ganador". Aquí es donde llega el dilema para Rajoy. Si elige a Mayor Oreja, logrará, seguramente, amansar al sector duro del partido. Al tiempo, sería una apuesta por la paz interna. Sin embargo, esa opción dejaría en bandeja al adversario político la vinculación del exministro del Interior con el viejo PP y, de paso, la puesta en cuestión del supuesto giro al centro de Rajoy.

Si se decantara por el alcalde de Madrid, Ruiz-Gallardón, se encontraría con un aspirante sin ganas de dedicar a Europa las fuerzas que dice tener reservadas para defender la candidatura de Madrid para los Juegos Olímpicos. No obstante, es un político que atrae al voto centrista y que podría ayudar a consolidar la imagen de cambio por la que ha apostado la dirección. El problema para Rajoy: que si Gallardón vence, sería el primer éxito de su posible sucesor. El problema para el alcalde: si resultara designado y no se viera capaz de decir no, la derrota podría ser el fin de su carrera.