Una cosa es defender la legalidad internacional y otra, muy distinta, humillar a la potencia mundial que la viola. Ante este dilema, la mayoría de los participantes en la 3 Cumbre Europa, América Latina y Caribe han vetado la propuesta cubana de aprobar una condena explícita de las torturas practicadas por soldados y mercenarios de EEUU en Irak.

En plena crisis diplomática con México, el líder cubano, Fidel Castro, ha renunciado a asistir a esta cita pretextando la supuesta "complicidad europea con los crímenes y agresiones de EEUU a Cuba".

Aún así, la diplomacia cubana ha promovido una enmienda a la declaración final de la cumbre para que, aparte de condenar "enérgicamente todas las formas de abuso y tortura" a prisioneros de guerra, se haga una mención explícita a "las formas recientemente documentadas de tales actos", en referencia a las fotos que revelan los malos tratos infligidos en Irak.

Tras reiterar su "condena radical" ante "cualquier tipo de tortura", el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero puntualizó que quien tiene que asumir la condena son "los autores, con nombres y apellidos, y no un país o un pueblo".