A quienes se manifestaron ayer en Donostia, en el fondo no les importa la razón por lo que lo han hecho. Lo que sí les importa es que la sociedad vasca mantenga dudas sobre la legitimidad de la ilegalización de Batasuna por la justicia.

Un órgano del Estado, el Departamento de Interior del Gobierno vasco, declaró ilegal la manifestación. Otro órgano del Estado, el Tribunal Superior de Justicia, lo consideró legal.

Según el Estado de derecho, la manifestación ha sido legal. El Estado funciona y garantiza el derecho incluso so pena de ser ingenuo. Podemos discutir sobre los efectos de esa ingenuidad. Pero no por eso debemos caer en el juego de los convocantes de la manifestación: extender dudas sobre la legitimidad democrática de la ilegalización de Batasuna.

Ya hemos jugado demasiado el juego de quienes no han perdido ni un segundo en condenar la violencia terrorista aunque se esfuercen tanto en burlar la ley.