El pulso que mantienen Gobierno y Batasuna paraliza el proceso de paz. Las largas conversaciones secretas entre aberzales y socialistas, que dieron como fruto el alto el fuego de ETA, son ahora objeto de una agria polémica. Mientras el PSOE asegura que los batasunas prometieron fundar un partido legal este verano, estos niegan ese acuerdo. Por contra, la izquierda aberzale reprocha a José Luis Rodríguez Zapatero que paraliza el diálogo político y el acercamiento de medio millar de etarras presos con una serie de nuevas exigencias previas que "nunca estuvieron sobre la mesa".

Este impasse ha suscitado la preocupación de los partidos y la sociedad de Euskadi, sobre todo tras las amenazas vertidas por ETA en su último comunicado. Las tensiones intestinas que sufre la izquierda aberzale se han disparado. Los dirigentes más jóvenes propugnan un aumento de las medidas de presión en la calle contra el Gobierno. La ausencia de contrapartidas tangibles al alto el fuego etarra, como un progresivo acercamiento de presos o una menor presión contra la ilegalizada Batasuna, alimentan los argumentos de los halcones. Sin embargo, el incuestionable liderazgo de Arnaldo Otegi en la izquierda aberzale ha logrado mantener la unidad de acción, de momento.

NUEVA MARCA Los estatutos del partido político que debería sustituir a Batasuna, ajustados a las exigencias de la ley de partido, están preparados desde tiempo atrás. El PSOE asegura que estaba acordada la presentación del nuevo partido para este verano, pero la coalición ilegalizada planteó esa cuestión a sus militantes en julio, y el veredicto fue nítido: de nada servirán unos nuevos estatutos si sigue en vigor la ley de partidos, porque el Estado tendría la herramienta para volver a ilegalizarlos.

El margen de actuación de Zapatero se estrecha aún más, ante la tenaza que forman las catilinarias del PP, las amenazas de ETA, el rebrote de la kale borroka , la suspensión de actividades de Batasuna decretada en enero por el juez Fernando Grande-Marlaska y la negativa de los radicales a acatar la ley de partidos. Mientras, todas las fuerzas nacionalistas vascas y Ezker Batua recomiendan al Gobierno que ponga en marcha la mesa de partidos, aunque sea con Batasuna ilegalizada, y que empiece a acercar presos a cárceles del País Vasco, el Ejecutivo español ha optado por la cautela, y ha dejado traslucir que no cambiará la política penitenciaria hasta tener garantías de que el proceso de paz es irreversible.

Precisamente, pese a que los dirigentes de todos los partidos vascos defienden en público que el final de la violencia es inevitable, los sectores más beligerantes de la izquierda aberzale confirman en privado que volverá la violencia si son sometidos a "una humillación". El exhorto del obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, a ETA a pedir perdón han crispado al mundo aberzale, que no puede digerir que el proceso de paz sea solo un intercambio de paz por presos. Los 40 años de "lucha armada", según su terminología, no pueden haber sido en balde. Serán decisivas las comparecencias de Zapatero y Rubalcaba en el Congreso, en septiembre, para informar de los contactos con la banda.

Los cientos de presos de ETA dispersados por cárceles españolas suponen una cuestión enormemente delicada. Su entorno no aceptará jamás que el proceso de paz no lleve consigo su puesta en libertad progresiva. Al mismo tiempo, se reclama un "papel político" para el colectivo en la solución al conflicto vasco. Los 20 días de huelga de hambre de Iñaki de Juana Chaos se han convertido en otra fuente de tensión. Dirigentes aberzales advierten del riesgo que supondrá para la estabilidad "si le pasa algo".

El cumplimiento de la legalidad vigente permitiría una excarcelación inmediata de presos que han cumplido tres cuartas partes de condena y el acercamiento a prisiones vascas de otros muchos. Estas decisiones servirían para abrir la espita de la olla a presión en que se ha convertido el proceso de paz. Pero deberán esperar, por más que algún dirigente del PSE haya hablado ya hasta de indultos.

NEGOCIACION La constitución de la mesa de partidos es mucho más difícil de lo que se intuía tras la reunión de dirigentes del PSE y Batasuna en un hotel donostiarra. Sigue sin abordarse el debate político, en el que podría incluirse el reconocimiento del derecho de autodeterminación y la territorialidad de Euskadi.

La metodología, calendario y sistemas de validación de acuerdos de esa mesa de partidos están por decidir. Los partidos tampoco han avanzado en el formato idóneo. Mientras Batasuna exige un único foro, con Navarra e Iparralde incluidas, el resto considera más realista formar varias mesas de diálogo.