Fueron casi cinco años de cárcel, pero no de cualquier cárcel. Era la prisión negra de BC CMI, en El Aaiún, destruida recientemente por el reino de Mohamed VI para acabar con una parte del oscuro pasado de los años de plomo. De aquí salió el llamado grupo de la misión, encabezado por Aminetu Haidar, que pasó poco menos de un lustro entre rejas en penosas condiciones: con una venda en los ojos, sometidos a abusos, enfermos, siempre con la misma ropa y sin posibilidad de comunicación durante un tiempo.

Seis de los saharauis más cercanos a la activista se reunieron ayer en casa de Jimi El Galia, su amiga íntima, para narrar a esta redactora la vida de una mujer que representó al grupo y abanderó la lucha pacífica por los derechos del pueblo saharaui.

La lucha

Solo tenían alrededor de 20 años cuando tomaron conciencia de que había una causa por la que luchar. Era 1980. Marruecos comenzaba a consolidar la anexión del Sáhara Occidental. Las conversaciones diarias en sus casas versaban sobre las desapariciones de activistas y los crímenes contra la sociedad beduina... Hasta que pasaron a la acción.

Los jóvenes organizaron actos reivindicativos ante la visita de Naciones Unidas a la antigua colonia española, durante la preparación del alto el fuego de 1991. "Yo, Aminetu Haidar, Ramuni Daha... Todos nosotros pintamos carteles pro-Polisario y escribimos cartas destinadas a los miembros de la comisión", recuerda El Galia.

Explica que se les acuñó el nombre de grupo de la misión de la ONU por protagonizar los preparativos de aquella histórica visita. Ese mismo día, uno a uno, fueron detenidos, encapuchados y llevados en furgonetas hasta la cárcel sin saber el cruel destino que les esperaría.

¿Cómo recuerdan a Haidar durante los años de cárcel? "Una mujer determinante, con ideas claras que las lleva hasta el final, por eso, no nos sorprende que esté dispuesta a morir por principios", comenta Ramuni Daha. El resto de activistas los asienten con la cabeza. Fue su colega de pupitre y de cárcel. "Tras más de un año sin que pudiéramos hablar entre nosotros, Haidar, que domina el francés, se convirtió en nuestra interlocutora. Siempre reivindicaba nuestros derechos como presos", recuerda Daha.

Pese a su mala salud durante los más de cuatro años en prisión, Haidar no se doblegó y mantuvo a todo el grupo con el ánimo alto. "Nuestra adalid" afirma otro compañero, Chiref El Garhi. El único contacto con el exterior eran recortes de prensa que aparecían en el baño de los vigilantes de seguridad. "Cuando supimos que el referendo se acercaba, Aminetu planteó futuras organizaciones en defensa de nuestros derechos, sobre todo la libertad de expresión", apostilla.

"El deseo de Marruecos es que muera, por eso tiene que aguantar. La necesitamos", dice Mohamed Fadel, compañero de lucha. Los seis saharauis abandonan cabizbajos el encuentro. Se han enterado que Moratinos ha pedido a la activista que abandone la huelga de hambre.