"El mejor recibimiento es que las familias nos vean vivos. La recepción oficial ha sido muy fría, pero nos da igual. Tenemos a nuestros seres queridos, y el ministro y el Gobierno entero se pueden quedar en su casa". Era la reflexión algo dolida de uno de los soldados que llegó ayer a la base aérea de Zaragoza procedente de Irak, pero también el sentir generalizado de sus compañeros, un contingente formado por 58 militares del Ejército de Tierra que ha pasado los últimos cuatro meses en Diwaniya.

Cansados, sin haber dormido apenas en los tres últimos días, muchos se apresuraban en la estación de tren a sacar sus billetes hacia Madrid o Córdoba, con la impaciencia de abrazar pronto a sus novias, padres o hijos. Era lo único que les hacía relativizar el aterrizaje casi clandestino en Zaragoza.

LA FOTO DE LA HIJA "La llegada ha sido realmente muy fría", apuntaba Luis, uno de los recién llegados. "El ministro y el Gobierno pueden quedarse tranquilos, que ya tenemos a nuestras familias", repetía Fernando, que miraba la foto de su hija de un año, mientras hacía cola ante una de las taquillas. La verdadera alegría era la de sentirse lejos de un escenario bélico. "Aquello es muy duro. Sabíamos a lo que nos exponíamos, como ha ocurrido a nuestros siete compañeros muertos. Estaba cantado, antes o después tenía que pasar. Nos tocaba", reconocían Juan y Eva, quienes recordaban que el destacamento español se había librado ya de dos atentados.

"Sólo deseaba llegar a Kuwait para coger el avión de regreso y salir de la zona del conflicto", explicaba Luis, de 29 años. "La cosa está demasiado caliente". Sus ojos claros reflejaban más preocupación si cabe que la del resto de sus compañeros al analizar la situación. Y con razón. El volverá en marzo a Irak: "Parece que soy de los pocos que tendrá que repetir, pero está programado que mi unidad de Madrid vaya en marzo".

EVITAR LA VUELTA El frío de la estación se hizo más intenso y las caras de sus colegas se ensombrecieron. "Espero que pase algo que me evite volver. No sé si podré, pero lo pediré", aseguró Luis. Sus compañeros intentaron animarle. "Es nuestro trabajo y alguien tiene que hacerlo", recordó su amigo Juan.