Jaime Mayor Oreja exhibió anoche en el debate que mantuvo con Juan Fernando López Aguilar en Antena 3 su lado más duro. La imagen de ultramontano del candidato del PP al Parlamento Europeo que el PSOE ha intentado subrayar estos días salió reforzada. Pesó que Mayor Oreja precisara que él y los suyos quieren ayudar a las "familias normales". Pesó que hablara del aborto como si fuera una práctica reciente que José Luis Rodríguez Zapatero se hubiera sacado de la manga. Y el tono que empleó acabó de decantar la balanza.

López Aguilar logró corregir errores cometidos en el debate de la semana pasada en TVE-1. El socialista envió a su rival tres misiles en forma de alusiones inequívocas que le asociaban con el franquismo. El aludido no entró al trapo. Pero por si no había quedado clara esa imagen de extremista que le otorgan los socialistas, Mayor Oreja no se cortó al defender sus opciones, especialmente en lo social, campo en el que mantiene diferencias similares con los socialistas y con algunos populares. De hecho, una parte del entorno de Mariano Rajoy temía que su candidato exhibiera su lado más retrógrado.

"TRAGEDIA Y MAL" Y no solo porque ayer precisara que el PP defiende a las "familias normales". Sobre todo porque mantiene un discurso en relación con el aborto que, en uno de sus aciertos, López Aguilar calificó de previo a 1983, año en que se alumbró la primera ley sobre interrupción del embarazo.

Mayor equipara aborto con "tragedia y mal", y acusa al PSOE de querer convertirlo en un derecho. Pero es innegable que los gobiernos del PP convivieron con el aborto como práctica legal tipificada. Y no la restringieron. El pasado fin de semana, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, recordó que, siendo José María Aznar presidente del Gobierno (1996-2003), abortaron en España 500.000 mujeres.

La discusión sobre este asunto se enconó cuando López Aguilar reprochó al candidato del PP que hubiera considerado más grave el aborto que el abuso de menores, al apoyar la tesis del cardenal primado Antonio Cañizares. Mayor Oreja, visiblemente irritado, precisó mordiéndose la lengua que la pederastia es lo que más le repugna en la vida. Como hizo durante todo el debate, desde el minuto uno, acusó a los socialistas de llevar mintiendo toda la campaña.

La crisis volvió a ser uno de los objetos del cara a cara, y esta vez López Aguilar sí atinó a apuntar que el PP tendría que comparar su gestión en la Moncloa con los primeros años de Zapatero, cuando no había recesión. El socialista insistió en que el Gobierno de Zapatero combatirá por no reducir prestaciones sociales y por proteger a los trabajadores, y recordó que el PP, sin toparse con una recesión similar, ordenó el decretazo , una reforma laboral contraria a los criterios de los sindicatos.

Mayor Oreja volvió a denunciar la presunta persecución del castellano en Cataluña, y mezcló la libertad de los comerciantes para elegir la lengua de sus rótulos con la de "médicos y farmacéuticos", presuntamente en los temas de conciencia, preocupación que, como otras, comparte el candidato con la Conferencia Episcopal.

GANADOR, PERDEDOR Si el popular se impuso en el primer debate esgrimiendo un ideario conservador, la defensa de las mismas ideas pero con una contundencia desmesurada le alejó ayer de llevarse el gato al agua en el segundo choque. Por ello pasó casi desapercibido su ataque al PSOE de Felipe González: recordó que, cuando él fue ministro del Interior, "nadie robó" y tampoco "nadie fue procesado por crímenes de Estado". Esta vez, López Aguilar fue más claro que en TVE-1 y dejó que su rival se perdiera en un discurso visceral.