Los Gobiernos de España y Marruecos están intentando normalizar cuanto antes sus maltrechas relaciones. Esas buenas intenciones se concretaron con la puesta en marcha ayer en Rabat de tres grupos de trabajo con los que esperan desactivar los principales elementos de conflicto bilateral.

La delegación española, encabezada por el secretario de Estado de Exteriores, Ramón Gil Casares, la componían nueve altos cargos repartidos en tres grupos de trabajo: uno para el conflicto del Sáhara Occidental, otro para la inmigración y otro para la delimitación de aguas territoriales.

Gil Casares deseó "pasar la página de la crisis", pero advirtió de que no hay que esperar "soluciones milagrosas a problemas complejos". Los diplomáticos destacaron "el excelente clima" que presidió las reuniones, hecho que refuerza la impresión de que en breve quedarán zanjada la crisis.