Que la crisis económica no favorece la popularidad de los políticos es una evidencia que reflejan todos los sondeos. Aquí y en Berlín, la verdad. Lo sorprendente de la política española es comprobar, una vez más, que la credibilidad no funciona como los vasos comunicantes. Es decir, que la pérdida de confianza de los ciudadanos en el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, por ejemplo, no se corresponde con un aumento de confianza en el aspirante, Mariano Rajoy. Por el contrario, aquí el personal se fía aún menos del líder de la oposición, aunque aparezca en los sondeos como favorito para ganar las elecciones generales.

Un caso similar se está produciendo en Andalucía. A lo mejor porque también allí pesa la veteranía en la derrota de Javier Arenas, el candidato que pretende poner fin a tres décadas de poder socialista. La última encuesta conocida, realizada por un organismo de la Universidad de Granada, vaticina una victoria por siete puntos del PP sobre el PSOE, pese a dos factores: uno, que los andaluces califican con un 5,14 al presidente José Antonio Griñán y tan solo con un 3,39 a Arenas, y dos, que si bien un 40,3 % de los ciudadanos considera mala la gestión del Gobierno autonómico, un 58,2% piensa lo mismo de la gestión del PP en la oposición.

Puestas así las cosas, la verdad es que ninguno de los dos partidos está como para echar cohetes, ni siquiera el que se cree ganador y al que cuesta ver alzándose con el triunfo con esa valoración tan pobre de sus líderes. Si no fuera, claro, porque buena parte de los electores socialistas se muestran en estos momentos más tentados a quedarse en casa que a acudir a votar. En el PSOE lo saben, y de ahí el nerviosismo de los barones territoriales, que afrontan con pánico los comicios municipales y en 13 autonomías, que se celebrarán en mayo del 2011 --no faltan ni 10 meses-- y en los que, a priori, todo hace pensar que se llevarán un revolcón electoral. Ese resultado negativo no tiene por qué implicar una pérdida de poder territorial de la misma magnitud, ya que los socialistas mantienen la tradición de pactar con otros grupos, en especial con IU, en ayuntamientos y comunidades.

Eso es también lo que, de no mejorar las cosas, esperan que ocurra en Andalucía cuando se celebren las elecciones que, desde hace años, se hacen coincidir con las generales. Si de aquí a entonces el PSOE no ha logrado remontar sus expectativas generales --con Zapatero o con otro candidato, que es el último rumor en Madrid--, y tampoco las expectativas en Andalucía, donde sí ha sustituido a Manuel Chaves por Gri- ñán, confían en mantenerse en el Gobierno andaluz con IU. Eso sí, si se produce esa caída de votos que auguran las encuestas en el granero andaluz, el PSOE tendría que despedirse de la Moncloa.