Ya hace un año que el toro de Osborne, situado en la nueva autovía Palma-Manacor, no está pintarrajeado. Durante dos décadas, la gente del Pla, el centro de Mallorca, lo ha utilizado como tablón de quejas. En los 90, un "Se vende" mostraba el malestar de los isleños por la compra indiscriminada de terrenos por parte de alemanes. Hace solo tres años se quejaba de la "faraónica" autovía que tiene ahora a sus pies. Acabadas las obras de la carretera, ya nadie pinta nada, porque de nada sirvieron las protestas.

El caso de corrupción urbanística que esta semana ha conmocionado a políticos y periodistas en la isla ha dejado indiferentes a muchos mallorquines. Las irregularidades urbanísticas, dicen, están en cualquier rincón de la isla. El panorama es poco alentador: montañas que un día amanecen infestadas de edificios, autopistas que, pese a la oposición de los vecinos, crecen a lo largo de Mallorca.

Bromean los mallorquines que aquí --una isla con 955.045 habitantes-- todos son aficionados al golf, todos tienen barco y todos cogen un avión cada día. El GOB, la entidad ecologista con más reputación de la isla, califica la situación actual como "la destrucción más grande que ha sufrido Mallorca". Lo cierto es que en solo 3 años, se han asfaltado 10 millones de metros cuadrados, se han proyectado 16 campos de golf, que se suman a los 19 ya existentes, y se han creado 12.159 edificaciones, cifra que no se lograba desde los desarrollistas años 70.

Las quejas contra la afición por el cemento se oyen por todos lados. Un grupo de periodistas ha creado un grupo de rock en el que denuncian las "corruptelas, destrucciones del paisaje e inoperancias" que vive Mallorca. El grupo se llama Rock&Press y su primer disco, Cemento . El nombre lo dice todo.