Manuel Valls cuece a fuego lento el lanzamiento de su partido a nivel autonómico con la directriz de mantener máximo hermetismo. El exprimer ministro francés evita confirmar su salto al Parlament porque no tiene claras sus posibilidades y no se arriesgará al fracaso. «La intención no ha ido hacia adelante, pero tampoco hacia atrás. Estamos en stand by», informan fuentes del todavía concejal de Barcelona. El acercamiento entre Cs y el PPC para forjar una coalición a las elecciones catalanas enfrió su determinación. No dará un paso adelante hasta que resuelva que hay un espacio político para él con escaños reservados: «Estamos trabajando en la oferta política que no sabemos cuándo se concretará», indican sus colaboradores, que rechazan la idea de llegar a las urnas con más de tres opciones a por la misma bolsa de 300.000 votantes no fidelizados con unas siglas, reacios a las aventuras unilaterales y partidarios de forzar una negociación para un mayor autogobierno.

Pese a que el líder del PP, Pablo Casado, le ofreció forjar un proyecto en común, no ha habido reuniones formales y la prioridad del PP sigue siendo Cs. La relación entre Valls e Inés Arrimadas es muy buena pese a la ruptura tras las municipales y la líder interina podría acercar posturas, pero no habrá movimientos hasta que Cs celebre su congreso.

Fuentes cercanas a Valls apuntan que tienen que resolver tres incógnitas: «Primero, si nos interesa la opción de Cs y el PPC y si nosotros les interesamos a ellos. Segundo, si realmente solos tiene que sentido que juguemos. Y tercero, si Valls tiene ganas de jugar o no». Su plataforma aún no tiene nombre, lo único claro es que Valls será cabeza de lista y el ideario del partido en un documento. Este documento, al que ha tenido acceso este diario, refuerza la vertiente «europeísta», erige la familia como «pilar fundamental de convivencia y transmisión de valores» y defiende la Constitución como un «éxito colectivo» frente al nacionalismo.