Pasqual Maragall tiene previsto celebrar hoy su particular cierre de campaña del referendo con un imprevisto, breve pero, a priori, trascendente discurso institucional que será retransmitido por televisión. Será, salvo cambios de última hora, un breve discurso de unos seis minutos que retransmitirán TV-3 y TVE al unísono antes del noticiario. ¿Qué dirá? Se trata, ya se sabe, del impredecible Maragall. Sin embargo, esta ha sido una campaña llena de sorpresas, en la que, por ejemplo, la Junta Electoral Central (JEC) ha dado concisas instrucciones en las que ha prohibido que las instituciones --y Maragall, como president , lo es-- fomenten la participación.

"El discurso, en ese sentido, será impecable", aseguraron ayer fuentes del entorno más cercano a Maragall. No contravendrá las órdenes de la JEC. Solo por ver cómo el president hace la tortilla sin romper el huevo será interesante estar frente al televisor. ¿Le mueve el miedo al no o, más en concreto, a una baja participación que perjudique al ? Las mismas fuentes descartan también esa interpretación. Maragall --explican-- no concibe una cita con las urnas de este calado sin una intervención previa del presidente de la Generalitat.

Han pasado 28 años, pero hay un precedente en España del paso que hoy dará Maragall. Lo protagonizó Adolfo Suárez el 5 de diciembre de 1978, horas antes de que abrieran los colegios electorales en el referendo de la Constitución. Suárez salió en defensa del texto con argumentos que hoy no puede emplear Maragall por veto de la JEC, pero que parecen escritos hoy.

Decía Suárez: "No es cierto que esta Constitución consagre el aborto. No es cierto que prescinda de la familia. No es cierto que esta Constitución atente contra la unidad de España". Y concluyó: "Si ustedes dan su voto afirmativo, todo será diferente y sin embargo no todo habrá cambiado". Un posible juego que puede hacer el lector es sustituir, en ese histórico mensaje, la palabra Constitución por Estatuto. Permite vislumbrar cuán similares, por hostiles, son las campañas de 1978 contra la Carta Magna y del 2006 contra el texto catalán.