Los catalanes elegirán al sucesor de Pasqual Maragall como presidente de la Generalitat el 1 de noviembre, miércoles y festividad de Todos los Santos. Será la primera cita con las urnas catalanas que no cae en domingo desde hace 26 años.

El presidente catalán comunicó ayer su decisión al Rey en la Academia de Suboficiales de Talarn (Lleida), y luego la anunció en el Parlamento. Unas horas antes, había descartado definitivamente la petición de su partido, el PSC, de que los comicios se celebrasen en un día laborable.

La víspera, la difusión de la decisión de Maragall de abrir las urnas el 1 de noviembre había enojado a su sucesor en el cartel del PSC, José Montilla, y a la dirección del partido. A la vista de esta reacción, Maragall sopesó la fecha del 2 de noviembre, jueves laborable. Pero, según fuentes próximas al president , concluyó que la pretensión del PSC acarrearía más efectos negativos que positivos para la candidatura de Montilla y para él mismo.

Los responsables de la campaña de Montilla defendían que abrir las urnas en día de trabajo fomentaría la participación en los feudos socialistas de la región metropolitana de Barcelona, donde la abstención es más elevada en las autonómicas que en las legislativas.

El principal argumento de Maragall contra las elecciones en jornada laboral era el elevado coste económico que tendría para los empresarios, ya que los trabajadores dispondrían de cuatro horas pagadas para ir a votar. La patronal, argumentaban, volcaría su indignación sobre Maragall. Y, por extensión, sobre el candidato socialista, a quien sus adversarios acusarían de perjudicar la productividad del país.

Con la decisión del 1-N reafirmada, Maragall y Montilla convinieron que solo quedaba una actitud razonable y beneficiosa para ambos: el partido debía apoyar la decisión del presidente. Montilla lo oficializó: "El president cuenta con nuestro apoyo, sea cual sea su decisión".