El presidente de Navarra, Miguel Sanz, demostró ayer que tiene muy claro que debe su cargo al PSOE. Después de más de dos horas de reunión con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se deshizo en elogios hacia al jefe del Ejecutivo. Le expresó su "lealtad institucional" y "colaboración".

Atrás quedaron los reproches y las acusaciones de que el Gobierno del PSOE quería vender Navarra en su fallido diálogo para acabar con el terrorismo y también queda para las hemerotecas la manifestación que en marzo convocó el propio Sanz para criticar al Ejecutivo de Zapatero. Después, la abstención del Partido Socialista Navarro (PSN), por orden de la dirección de los socialistas de Madrid, propició la investidura de Sanz, y ahora la confrontación ha dado paso al entendimiento. La prueba es que el presidente navarro anunció ayer que retirará el recurso de inconstitucionalidad que presentó contra la ley de la dependencia.

Además, Sanz sostuvo el compromiso de Zapatero de garantizarle la estabilidad institucional. O lo que es lo mismo, que pasadas las elecciones de marzo los socialistas no van a presentarle una moción de censura. El presidente también consiguió que el Gobierno central firme, antes de final de año, un convenio para que la alta velocidad llegue a Navarra.

MALABARISMOS El presidente navarro y líder de UPN --marca foral del PP-- tuvo que hacer malabarismos dialécticos para expresar su lealtad a Zapatero sin parecer que se desmarcaba de la doctrina del PP. Aunque, a diferencia de los populares, rechazó que Zapatero hubiese escenificado un "trato preferente" al lendakari Ibarretxe en la reunión que ambos mantuvieron este martes. Sanz optó por la cortesía y aseguró sentirse "orgulloso" de que Zapatero le hubiese dedicado un cuarto de hora más que a Ibarretxe.