"Fue bonito mientras duró", suspiraba este lunes Jesús Mari Txurruka, bisnieto de una asesinada, al conocer que se había archivado la primera querella admitida por un juzgado español por genocidio contra crímenes de la dictadura. La jueza Maider Imaz Mendizabal, sustituta en el juzgado de instrucción número 4 de Bergara, había abierto diligencias y había citado, a partir del 17 de enero, a los testigos. Pero su sustituto, Hugo Jacobo Calzon Mahia, cerró de un plumazo esta vía.

"Es otra frustración más. No hay manera de avanzar. Está claro que cuando se entreabierta la cierran de un patadón", reflexionaba Txurruka. La madre de su abuela fue tiroteada cuando salió de su caserío, de noche, con un candil, en 1936, mientras que su tío abuelo, Paskual Askasibar, fue deportado en la guerra y acabó muriendo en un campo de concentración nazi. Poco ha durado su alegría al conocer que, por primera vez en España, un juzgado acepta indagar, en base a dichos delitos, los abusos cometidos en la guerra civil y la represión posterior, después de que el Tribunal Supremo, en la sentencia que declaró inocente al exjuez Baltasar Garzón precisamente por tratar de enjuiciar la dictadura, cerrara la puerta de los tribunales a los represaliados. El Supremo consideró que los hechos denunciados estaban prescritos y avaló la vigencia de la ley de amnistía, que perdonó los crímenes anteriores al 77.

Pese a ello, la coordinadora de la llamada querella argentina -en el país suramericano sí se ha abierto una investigación que avanza a duras penas por las trabas impuestas desde España-, decidió plantar cara e impulsar que los ayuntamientos afines presentaran una avalancha de denuncias, de las que solo había dado fruto la de Elgeta (icono de resistencia franquista). "Parece clara la mano política que ha provocado el cambio inmediato de juez para echar por tierra la

iniciativa", denuncia la plataforma vasca contra los crímenes del franquismo en un comunicado. Josu Ibargutxi, integrante de esta organización, ha deseado que haya más jueces valientes como Imaz. "Nos hizo ilusión ver que había una juez suficientemente valiente y esperemos que todos los jueces no hagan caso a la fiscalía y no se dediquen a copiar y pegar el argumentario. El Gobierno no puede permitir que se admitan estas querellas".