La socialista María Chivite tomó ayer posesión como presidenta de Navarra asumiendo como «reto» salvaguardar la convivencia. Tras una investidura en la que PP, Cs y Vox cargaron contra el PSN por contar con la abstención de parte de los diputados de EH Bildu, Chivite prometió «diálogo» y «gobernar para todos».

La nueva presidenta expresó el «honor y responsabilidad» que supone acceder al cargo, «una oportunidad para trabajar por una Navarra que, desde su marco institucional y con lealtad al resto de instituciones forales, españolas y europeas, avance». Así, abogó por conseguir «un desarrollo económico y social innovador y justo, la igualdad real, la cohesión territorial, la despoblación, el envejecimiento, una juventud con oportunidades», aunque subrayó que «como reto», está «la convivencia».

«Como presidenta, respetaré todas la manera de pensar, de sentir, de vivir, de amar», porque los navarros son «diversos en una sociedad diversa» y por ello no concibe la convivencia «si no es desde los principios básicos de respeto, paz, memoria, verdad y justicia».

Emocionada en algún momento, reconoció que el camino será «complejo y en ocasiones difícil y duro», y en él quiso implicar a todos los partidos, porque «la convivencia pacífica, el diálogo fructífero y el respeto a la diferencia, son responsabilidad de todas las formaciones políticas en primer lugar y de toda la sociedad, después».

El lendakari, Íñigo Urkullu, subrayó que el Gobierno de Navarra «nace de un acuerdo entre diferentes» basado en un «pacto programático». El PSN gobernará con Geroa Bai y Podemos, con el apoyo de Izquierda-Ezkerra.