Fue la primera vez en democracia que se suspendió una Diputación Permanente del Congreso, el órgano que sustituye al pleno de la Cámara durante las vacaciones veraniegas. Manuel Marín, el presidente del Congreso, no daba crédito ayer a sus ojos. La bronca que organizó el PP, desobedeciendo sus órdenes, le sorprendió. Fue tan subida de tono que, al terminar la sesión, un responsable de la dirección del PP, Rafael Hernando, quiso pegar un puñetazo al portavoz socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, porque llamó mentirosos a los portavoces conservadores.

Quien provocó la chispa fue el diputado del PP por Guadalajara José Ignacio Echániz. Desobedeció tres veces seguidas la orden del presidente del Congreso de que se callase, lo que acarrea la expulsión de la sala, aunque no se produjo. Se discutían las solicitudes del PP de que compareciesen en el Congreso la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega y cinco ministros más.

La polémica surgió cuando Echániz reclamó que la vicepresidenta informase sobre el incendio de Guadalajara. Marín le permitió doblar el tiempo de su primera intervención. Pero en la réplica, al ver que volvía a excederse, le pidió que acabara.

La sorpresa de Marín fue total cuando el diputado siguió con su intervención sin hacerle el menor caso. La insistencia de Echániz, instigado por Eduardo Zaplana, obligó al presidente a suspender la sesión. Fueron unos minutos en que Zaplana se enfrentó a Marín. Y al final de la reunión, Hernando se abalanzó sobre el socialista Pérez Rubalcaba, pero no pudo agredirle al ser contenido por Zaplana y Angel Acebes.