Ala mayoría de los políticos que resultan imputados en casos judiciales (ojo, no a todos) les entra un arrebato de lealtad hacia su partido justo cuando están esperando una decisión de un juez. Les suele dar por pedir la suspensión temporal de militancia para facilitar su defensa, dicen, y para "no perjudicar" a sus compañeros de filas, precisamente en ese espinoso momento en que dichos compañeros dan la espalda al sospechoso de haber delinquido desde un sillón público. Al expresidente de Baleares, Jaume Matas, le ocurrió ayer: pidió a uno de sus abogados, Rafael Perera, que comunicase oficialmente que entrega temporalmente su carnet de militante --expedido hace 17 años-- con el objeto de "no perjudicar" al PP. Un gesto a resaltar, si no fuera porque Matas, como todos los ciudadanos que siguen su caso a través de la prensa, sabe que su partido pensaba expulsarlo en cuestión de horas.

De hecho, ya se había difundido a los cuatro vientos que en cuanto José Castro, juez del caso Palma Arena, decidiese sobre la situación procesal del expresidente balear, el PP, con la aquiescencia de Mariano Rajoy, suspendería a Matas como militante. Eso iba a suceder ayer, pero Castro demandó 24 horas más para redactar su auto. Los populares, por tanto, optaron por esperar. Pero Matas se adelantó.

EVITAR EL MAL TRAGO Durante el fin de semana, algunos dirigentes conservadores como Alicia Sánchez Camacho habían aprovechado intervenciones públicas para invitar a Matas a que se marchara del PP voluntariamente, dado que se le achacan hasta 13 delitos ligados a la corrupción y la financiación ilegal. La Fiscalía solicita para él prisión eludible con fianza de tres millones de euros; la retirada del pasaporte y una comparecencia quincenal en el juzgado. Con este panorama, la solución sugerida por Camacho era además la mejor opción para Rajoy, ya que le evitaba el mal trago de tener que dar la patada a quien fuera su compañero de Consejo de Ministros en la era Aznar .

A tenor de lo acaecido ayer, parece que entre unos y otros han logrado convencer a Matas de que siempre es mejor irse que ser expulsado. Y es que el presidente del PP, a través de su vicesecretaria de organización, Ana Mato, ya había transmitido a los populares baleares que dejaba manos libres para actuar contra el expresidente cuando se considerase oportuno. Sin piedad.

QUEBRADEROS DE CABEZA Ni siquiera el presidente del partido disimula o hace uso de paños calientes cuando habla de Matas. Hace tiempo que tomó conciencia de que el expresidente balear (antaño amigo) iba a ser, junto con el caso Gürtel, uno de sus mayores quebraderos de cabeza en la actual legislatura. De ahí la claridad de sus declaraciones, despojadas esta vez de ese frustrante galleguismo con el que suele despachar a los periodistas. "Me han confirmado que el señor Matas ha pedido su baja en el partido. Nosotros lo vamos a aceptar, como es natural", apuntó Rajoy ayer desde Santa Cruz de Tenerife. Y agregó: "Le deseo lo mejor y que demuestre, si puede, su inocencia".

El PP balear, que actualmente dirige José Ramón Bauzá, asegura que "acepta y respeta" la decisión de Matas de pedir la suspensión de militancia, pero marca distancias. "La actividad y la vida siguen avanzando", subrayó ayer Francisco Fiol, el portavoz de los populares en el Parlamento balear, informa Catalina Gayà. Bauzá no quiere mirar atrás y pretende convencer a la ciudadanía balear de que, pase lo que pase con Matas en los juzgados, estos son otros tiempos. Pero, por ahora, su antecesor acapara más portadas que él.