Dos horas y media de misa, a ritmo de cantos de los asistentes y de los acordes de una guitarra. Miles de católicos haitianos dieron ayer su último adiós al arzobispo de Puerto Príncipe, monseñor Serge Joseph Miot, fallecido en el terremoto que afectó a la capital haitiana el pasado día 12. La ceremonia tuvo lugar en el exterior de la destruida catedral de N´tre Dame.

Durante toda la mañana, el ataúd de monseñor Miot había permanecido abierto y los fieles pudieron contemplar por última vez el rostro del arzobispo tocado con la mitra, con sus pómulos marcados por el derribo que se produjo durante el seísmo. El cuerpo del religioso, de 63 años, fue descubierto al día siguiente del terremoto en su casa hundida, junto a la catedral.

Tras la ceremonia, un coche fúnebre con el cuerpo de monseñor Miot atravesó las calles de la capital, precedido por la fanfarria de la policía haitiana. Los restos mortales del arzobispo se dirigieron, acto seguido, a la provincia de Lillavois para ser inhumados de forma provisional. "Como arzobispo tenía el privilegio de ser enterrado en la catedral, pero debido a que la catedral resultó destruida, solo podrá ser transferido aquí una vez que haya sido reconstruida", dijo el arzobispo Bernardito Auza, el embajador del Papa en Haití.

Mientras, en el país caribeño reabrieron ayer sus puertas los bancos, y las oficinas de transferencias hicieron vigorosos negocios tras reabrir el viernes. "Quiero recibir algo de dinero enviado por mi familia desde Canadá; son 500 dólares, pero es difícil", explicó la mujer de negocios Aslyn Denis, de 31 años, en la cola, junto a cientos de personas, fuera de la oficina de Unitransfer.

AGRESIVIDAD Pese a que la ayuda humanitaria de todos los rincones del mundo ha entrado en la ciudad en ruinas, los supervivientes denunciaron con agresividad que no reciben suficiente comida. "Estamos hambrientos, tenemos sed; no lo podemos soportar ya más", gritaba un grupo de manifestantes.