Uno de los pilares centrales de la teoría de la conspiración recibió ayer la estocada final en el juicio del 11-M. Seis agentes que intervinieron en la custodia de la mochila bomba de Vallecas dejaron ayer patente que, pese al caos y la descoordinación reinantes en las horas siguientes a los atentados, la cadena de vigilancia de la bomba no se rompió en ningún momento desde su hallazgo en la estación de El Pozo en la tarde del 11 de marzo hasta su desactivación en la madrugada del día 12. Es decir, que no hubo ocasión para que alguna mano extraña introdujera el artefacto para desvirtuar la autoría de ETA, como sostienen los teóricos de la conspiración.

Los agentes, destinados en la comisaría del Puente de Vallecas y casi todos novatos cuando ocurrieron los atentados, reconstruyeron el itinerario de la mochila bomba durante las casi 10 horas que permaneció bajo su responsabilidad. Dejando aparte algunas imprecisiones y contradicciones menores, el recuento de los hechos es el siguiente:

Hacia las 15 horas del día 11, cuatro de ellos acudieron a la estación de El Pozo, donde había explotado a primera hora de la mañana uno de los trenes. Allí recibieron la orden del comisario y el inspector jefe de trasladar a la comisaría de Villa de Vallecas unas 10 bolsas grandes con efectos de los pasajeros que se hallaban amontonadas en el andén. En una de ellas iba la mochila bomba, pero nadie lo supo hasta la madrugada. A bordo de dos furgonetas combi, transportaron las bolsas al lugar indicado. Pero en esa dependencia policial les dijeron que "no querían esas cosas" y que se marcharan a la comisaría a la que estaban adscritos. Se dirigieron entonces a Puente de Vallecas. Al llegar, el comisario que había vuelto de El Pozo les ordenó que no descargaran los paquetes y que los llevasen a Ifema. Uno de los agentes fue relevado y destinado a otras tareas.

OTRO COMPAÑERO Los otros tres policías, al parecer con otro compañero que no ha sido llamado como testigo, partieron en las dos furgonetas a Ifema, donde un agente de la Policía Científica les dijo que depositaran el cargamento en el pabellón número seis. A las bolsas se les colocaron carteles identificativos sobre su procedencia y el emplazamiento fue acordonado. "Nadie podía acceder a las bolsas, porque había un control de seguridad", señaló un agente.

En ese clima caótico, dos de los testigos regresaron a la comisaría de Puente de Vallecas. Otro regresó a la estación de El Pozo. Una hora después, el agente 89.324 recibió la orden de regresar a Ifema y trasladar las bolsas de vuelta a la comisaría. Allí metieron las bolsas en una habitación "bajo llave", que "en todo momento permaneció vigilada".

Hacia la una y media de la madrugada, la policía 88.163 abrió una mochila y descubrió en su interior un teléfono móvil, unos cables y una bolsa azul de basura. "Era evidente que era una bomba", dijo. Alertó a la subinspectora y se desalojó la comisaría. Un agente que la acompañaba dijo haber visto en la mochila un papel con el número cinco. Con el desalojo se interrumpió el inventario y, cuando este prosiguió más tarde, se omitió en medio del trajín la mochila, que varios agentes tedax habían desactivado en un parque cercano.