"Satisfecho con su discurso?" "Muy cabreado con Marín". Mariano Rajoy entendió la pregunta pero prefirió esquivarla y escudarse en el rifirrafe con el presidente del Congreso. Como sus diputados, optó por echar la culpa al árbitro. Pero, en voz baja, algunos de los suyos lamentaron que hubiera "desaprovechado la ocasión".

Incluso sus adversarios políticos conceden que el líder del PP se luce cuando sube a la tribuna en las grandes ocasiones. Elabora discursos armados y despliega una oratoria efectista y eficaz. Pero a varios de los suyos les quedó ayer un sabor de boca un tanto amargo. ¿Moderada satisfacción o moderada insatisfacción?

En lo que no coinciden los populares es en la causa. Para algunos de los conservadores veteranos, el líder del PP "no estuvo fino" pese a que José Luis Rodríguez Zapatero "hizo un discurso de subsecretario". En las filas del PSOE se aplaudía que el jefe del Ejecutivo se hubiera traído "la lección bien aprendida" para "desbaratar el discurso de Rajoy en los escasos temas a los que podía agarrarse".

La culpa, del tiempo

Y es que, aunque los populares se acogen a una cuestión de forma --el reparto de los tiempos por parte de Marín--, el fondo tuvo mucho que ver. Descartado el 11-M desde hace meses, así como la posibilidad de incidir en la cuestión del alto el fuego de ETA, solo podía reiterar su apoyo para la verificación y subrayar de nuevo las líneas rojas que no está dispuesto a tolerar que se traspasen.

En su especialidad, el debate territorial, ya ha considerado que el Estado ha sido "liquidado"; la Constitución ha entrado en el "desguace" y que este debate sobre el estado de la nación ha sido el último porque el próximo será sobre el estado "de dos, tres o diecisiete naciones". De hecho, muchos coinciden en que su último discurso demoledor fue el que puso de manifiesto "las contradicciones del Estatut de Cataluña" en la comisión constitucional.

Así las cosas, queda economía, política exterior, educación, vivienda e inmigración. Liquidó pronto las cuatro primeras y se detuvo en la inmigración irregular y en atribuir al "efecto llamada" de la última regularización un incremento de los delitos y de la inseguridad. Uno de sus dirigentes definió su intervención como "una de las opciones posibles" entre las que se podía escoger.

Una imagen que ha quedado en la retina es la de Rajoy enfurruñado abandonando la tribuna tras reprochar a Marín que le expulsara. El PP cargó ayer contra el presidente del Congreso, pero más de uno admitió que Rajoy se equivocó "enredándose en esa disputa".

Objetivo poco claro

Durante la convención que los populares celebraron el pasado mes de marzo, el discurso de Rajoy no fue de los más aplaudidos. Entonces se llevaron la palma Angel Acebes y el invitado estrella, el francés Nicolas Sarkozy. Se dijo luego que Rajoy había procurado dar un mensaje externo. El objetivo del de ayer no quedó claro.